La jornada de movilización convocada por la Central Unitaria de Trabajadores tuvo en la ciudad de Cali una colorida y combativa expresión el 17 de noviembre de 2016. Haciendo gala del principio de solidaridad de clase, los trabajadores y estudiantes se reunieron en las inmediaciones del Hospital Universitario del Valle para apoyar a los casi 600 compañeros y compañeras despedidos por acción de la aplicación de la ley de quiebra a la que se acogió la gobernadora Dilian Francisca Toro, consecuente con la concepción de la burguesía en el sentido de que la crisis la deben pagar los trabajadores, aun cuando no sean ellos los causantes de la misma.
Cerca a las 8 y 30 de la mañana comenzaron a llegar los contingentes solidarios con sus consignas de apoyo a los trabajadores. Los discursos se centraron en criticar la política de privatización galopante que ha caracterizado no sólo al gobierno nacional sino a los gobiernos locales y departamentales. Y aunque en algunos discursos se quiso hacer depender la política regresiva en materia laboral de los acuerdos de La Habana, como continuidad de una política de clase, la mayoría de los oradores resaltó la importancia de implementar los acuerdos de paz entre el Gobierno y las Farc-Ep, avanzar en las negociaciones con el Eln y exigir la paz con justicia social. Uno de los dirigentes sindicales llamó a propugnar por la unidad del pueblo trabajador y de las organizaciones políticas que los representan para poder generar las condiciones para alcanzar los cambios.
A las 10 de la mañana avanzó la marcha por la calle 5 y a ella se fueron agregando organizaciones como la de los cementeros representados en Sutimac, los trabajadores de la caña de azúcar agrupados en Sintraicañauzucol, los trabajadores de la salud organizados en Anthoc, Sintrahospiclínicas, Sindes y otros, los maestros y su sindicato Sutev, los trabajadores estatales de Fenaltrase y otros sindicatos como Sunet, igualmente los trabajadores del Sena a través de Sindesena y muchos otros. Por supuesto estaban la CUT, la CGT y la CTC. Además, los sindicatos de la Universidad del Valle que se expresan en Sintraunicol y Sintrainal. Por supuesto, hubo presencia de estudiantes, pensionados (OCP), habitantes barriales, organizaciones juveniles, de derechos humanos, movimientos políticos.
Las consignas en defensa de la salud y de la educación como derechos de los ciudadanos, en defensa del trabajo, en contra de las privatizaciones, en rechazo de la antidemocrática y antipopular reforma tributaria, eran coreadas por cientos de marchantes, al tiempo que los conductores del MIO y de los vehículos particulares saludaban con sus bocinas la justa lucha de quienes se niegan a dejarse arrebatar el patrimonio público por los voraces intereses del gran capital.
Una de las consignas más llamativas decía: “Asesinos, criminales, los que cierran hospitales”. La población comprende muy bien el carácter lesivo de las medidas que se toman para el bolsillo y el bienestar de los colombianos y por eso las rechaza con vehemencia. Aún falta, por supuesto, avanzar en la comprensión de la necesidad de ver en la construcción de un amplio bloque popular, con un programa amplio y democrático, la posibilidad de cerrarle el paso no sólo a la guerra sino al proceso de acumulación capitalista con signo regresivo. Este bloque popular debe encaminarse a ser opción de poder. La movilización popular es un símbolo esperanzador de que a pesar de los intentos de la oligarquía por resolver la crisis a costa de los trabajadores y las capas medias, no la tendrá fácil pues la disposición de lucha se mantiene incólume.
Como siempre, la alegría de los jóvenes, el colorido de las comparsas, la creatividad en las consignas, retumbaba en las calles de Cali hasta llegar a la plazoleta de la Gobernación del Valle del Cauca, donde están instalados desde hace aproximadamente un mes los campamentos por la implementación de los acuerdos. Allí de nuevo se desplegó la unidad de propósitos que aún busca el cauce para transitar, pero que se avizora poderosa para decirle a los gobernantes y a las clases dominantes que el pueblo está dispuesto a construir los escenarios para alcanzar una auténtica democracia, en donde la justicia social no sea sólo una abstracta expresión sino, como lo soñara Marx, el reino de la libertad.
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