miércoles, 20 de octubre de 2021

Cuba fue mi escuela de vida, dice médica wichí argentina


 Maylín Vidal (*)

 Se llama Tujuayliya Gea Zamora, que en lengua wichí significa 'la que vence', pero todos le dicen Tujuay a esta médica argentina, única de su pueblo originario graduada de esa profesión en Cuba, su escuela de vida.



Y bien que le hace honores a su nombre. Tujuay vence todos los días en la gran lucha que enfrenta desde diciembre de 2019 en los parajes más intrincados del chaco de la provincia de Salta, en el norte argentino.

Allí se dedica a salvar vidas de niños de su comunidad con fuertes problemas de desnutrición, donde muchos han muerto por esta causa.

De aquellas enseñanzas de sus profesores cubanos y de una isla donde recibió en sus años de estudios 'amor puro', la primera mujer wichí en obtener este título aplica los conocimientos adquiridos, convencida de que no hay mejor manera que ayudar y servir al otro, postulados de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), donde se graduó hace 11 años.

Nacida en 1986, fue criada en Santa Victoria Este, un pueblito salteño en el límite con Bolivia y Paraguay, donde predominan las etnias indígenas wichis, pero también los quechuas, chorotes o tapietes. A sus 17 años, emprendió la aventura de ir a estudiar a Cuba y volvió feliz de haber concretado su sueño.

No ha sido poco lo realizado. Hoy la joven encabeza un Programa de fortalecimiento de la Atención Primaria de la Salud en esa localidad, que busca reforzar la articulación entre el sistema hospitalario de la zona y las familias.

En estos tiempos de Covid-19, más allá de la situación sanitaria, trabaja con los niños que padecen desnutrición.

ESTUDIAR EN CUBA

En entrevista exclusiva con Prensa Latina, Tujuay, una de los varios galenos argentinos graduados en esa isla caribeña, relató parte de lo vivido en un país que ama, le permitió ver más allá y traer de vuelta a su tierra natal todo lo aprendido.

PL- ¿Que significó para ti estudiar medicina en Cuba y cuánto te marcó en tu vida?

TGZ- Para mí estudiar en Cuba fue grandioso. Significó muchas cosas en lo personal, cambió mi vida y mis proyectos a partir de que recibí la noticia de aquella beca. Desde lo histórico, también significó mucho, pues soy de un pueblo indígena, que nunca había tenido una médica graduada.

Fue un momento histórico para mi gente. También para mi poder conocer la realidad de Latinoamérica a través de la convivencia en la ELAM. Comprendí, y entendí lo que significa Revolución, a cada uno de quienes estuvieron allí conmigo desde América Latina, desde África, y significó dar forma a las proyecciones de mi vida.

Vengo de una familia de militancia social y a través del ejemplo de mis padres y de Cuba, que vi y viví, me formé en la concepción de ayudar y servir al otro. Vivir en una Revolución te hace entender por qué y para qué ayudamos a los demás.

Cuba, de verdad, fue mi gran escuela de vida y es lo que todavía me sostiene aquí en cada misión y tarea que hago cuando trato de mejorar la salud de los demás y que exista mayor y mejor acceso a ella.

-¿Qué opinas de la medicina privada?

-Ojalá todo el mundo pudiera acceder a una salud pública de calidad y que no existiera la medicina privada. Que los estados dispusieran todo para su acceso libre. De algún modo vengo transitando en espacios donde hablamos de la interculturalidad de la salud. Debemos pensar que esto no es un concepto fijo, sino procesos dinámicos.

Se hace necesario que podamos reconceptualizar todas estas cosas y además de una salud accesible, ir construyendo salud para todos y todas.

DE VUELTA A LA COMUNIDAD

- ¿Cómo ha sido para ti volver a trabajar en las comunidades del chaco salteño y estar ahí en la pelea contra la Covid-19?

-Fue muy impactante. Se viven situaciones que son cuestiones estructurales históricas aún sin superar. Fui a trabajar allá en el marco de una emergencia socio-sanitaria ante la muerte de niños indígenas por desnutrición y enfermedades derivadas que eran prevenibles (uno de cada cinco infantes presenta este problema en Santa Victoria Este).

De alguna forma, pese a estar en medio de la pandemia, el trabajo más duro fue salvar la vida y acompañar a esos niños. Ha sido muy fuerte. Lamentablemente por la forma en que está estructurado el sistema sanitario.

Discursivamente se habla mucho, pero en el territorio la política pública sanitaria tiene una mirada más centralista y, la verdad, ha sido una batalla.

En medio de la Covid-19, ha sido también impactante cómo muchas familias han perdido su acceso a un trabajo seguro, que se reflejó aún más en el estado nutricional de sus niños.

Para mí es un gran aprendizaje, entender un poco todas las dimensiones de la salud. Volver al chaco salteño fue otra escuela en mi vida, sigo aprendiendo y viendo muchas cosas, este es un proceso que apenas comienza.

EVOCACIÓN DE CUBA Y SU GENTE

- ¿Si pudieras enviar un mensaje a esa Cuba donde estudiaste y en especial a los médicos cubanos que se desplegaron por el mundo en este tiempo de pandemia para salvar vidas, qué les dirías?

-Estoy eternamente agradecida por todo lo que recibí de Cuba y con cada cubana y cubano que conocí. Lo que recibí de esa isla fue amor puro, acompañamiento, preocupación. Yo era una piba (joven) de 17 años que jamás se iba a imaginar todo lo que vivió en esos años.

Mi mensaje es de agradecimiento total. Amo profundamente al pueblo cubano y a los referentes de su Revolución. A los médicos, les mando un mensaje de fortaleza con el cual puedan sentir el calor de todos los que estamos agradecidos con ese país.

Sabemos la calidad profesional y humana de cada uno de sus galenos que trabajan cada día combatiendo la pandemia en Cuba y fuera de ella.

Todos los que estudiamos en esa isla sabemos que asumimos esta profesión con mucho placer, honor e internacionalismo, pues de ahí salimos preparados para brindar amor y ciencia a nuestros pueblos.

(*) Corresponsal jefe de Prensa Latina en Argentina

Fuente: Prensa Latina

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