Iván Duque convirtió en política de Estado la hostilidad antibolivariana; da muestras de ese odio crónico cada día, y casi al término de su mandato presidencial parece camino de acelerar las acciones contra Venezuela.
Por: José Llamos Camejo , enviado especial
Caracas, Venezuela.-Iván Duque convirtió en política de Estado la hostilidad antibolivariana; da muestras de ese odio crónico cada día, y casi al término de su mandato presidencial parece camino de acelerar las acciones contra Venezuela.
Los servicios eléctricos y de agua potable de este último país aparecen como blancos preferidos por el gobierno colombiano, en su afán de ocasionarle sufrimientos, exacerbar ánimos, y entorpecer la recuperación económico-productiva venezolana.
Enterado de que Colombia acogió a exponentes de la derecha venezolana, para maquinar posibles atentados antes de la retirada de Duque, Nicolás Maduro lo denunció, y convocó «a los cuerpos de seguridad, al poder popular y a la clase obrera» a proteger los servicios eléctricos y de agua, objetivos potenciales de los ataques.
La nación bolivariana, en voz de Maduro, denunció la nueva componenda capitaneada desde Colombia; en «una reunión de extremistas en Bogotá, recibieron orden de Duque de profundizar los ataques terroristas y el sabotaje a la vida social y los servicios públicos de Venezuela».
Adherida a disposiciones foráneas que ignoran el derecho de los venezolanos a elegir su destino, la élite gubernamental de Colombia, cómplice, entre otras fechorías, de fallidos intentos de magnicidio y de imponer en Venezuela un poder paralelo, entrena mercenarios y los introduce en suelo bolivariano; pretende derrocar a Maduro, quien, de cara a su pueblo, reclama cuidar los servicios públicos, la economía, la estabilidad, la vida de la gente, la seguridad frente a las amenazas contra una nación «que quiere vivir en paz, prosperar y avanzar».
Fuente: Granma
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