jueves, 4 de noviembre de 2021

Colombia, el segundo país más desigual en América Latina


Reducir la desigualdad, de la mano con los índices de pobreza y mejores condiciones de vida, es una de las principales metas que se ha puesto Colombia en diferentes ámbitos. El Banco Mundial presentó un informe, ‘Hacia la construcción de una sociedad equitativa en Colombia’, en el que señala que el país está entre los más desiguales a nivel global.



En 2019, previo a la pandemia, el nivel de desigualdad de Colombia medido por el coeficiente de Gini (0,53), fue el más alto de los países de la Ocde, y además, se ubica también como el segundo más alto en la región, solo superado por Brasil.

Pero si bien esta situación ya se presentaba de forma estructural en el país antes de la llegada de la crisis del covid-19, el impacto ha aumentado aún más la desigualdad, empujando el coeficiente de Gini hasta 0,54 en 2020 y arrastrando a alrededor de 3,6 millones de personas más a la pobreza.

De acuerdo con el Banco Mundial, a Colombia le tomaría al menos tres décadas y media alcanzar el nivel promedio de desigualdad de los países de la Ocde.

Ahora bien, el principal reto que podría tener el país podría estar asociado a la movilidad social entre generaciones. De acuerdo con el documento del Banco Mundial, “Colombia tiene una de las tasas de persistencia de desigualdad más altas entre una generación y la siguiente”, lo que quiere decir que las condiciones de vida de los padres y cómo estas pasa de una generación a otra impactan en los niveles de desigualdad de sus hijos.

Esto por elementos como la persistencia intergeneracional en materia de ingresos. De acuerdo a las estadísticas del Banco Mundial, entre los 75 países para los que se dispone de datos sobre la persistencia de ingresos intergeneracional, Colombia ocupa el primer lugar. “Si un padre gana el doble de lo que gana otro padre, su hijo ganará en promedio más del doble que el hijo del padre de menores ingresos”, destaca el documento.

Incluso, el Banco Mundial señala que en el caso colombiano, la contribución de la educación de los padres a los ingresos de los hijos es mayor que en países con niveles de ingresos similares. Otro punto se relaciona con la influencia positiva del nivel educativo de los padres en los hijos. Al punto que, entre 146 países incluidos en la Base de Datos Mundial sobre Movilidad Intergeneracional (GDIM) del Banco Mundial, Colombia ocupa el puesto 122 en la persistencia de la educación a lo largo de generaciones, y ocupa un lugar igualmente bajo en movilidad educativa.

Según los análisis del organismo multilateral, en el país, si una persona nace de padres que se encuentran en la mitad inferior de la escala de logros educativos, su probabilidad de alcanzar el 25% superior de logros educativos es solo cercana al 10 %. Mark Thomas, director del Banco Mundial para Colombia, México y Venezuela, aseguró durante la presentación del informe que “Colombia es uno de los países en que la desigualdad es más persistente de una generación a otra, donde la educación e ingreso de los padres determinan en mayor medida que en otros lugares las oportunidades de educación e ingresos de sus hijos”.

La entidad destaca también que la incidencia de la desigualdad por estos factores en Colombia es más fuerte que en otros países.

OTRAS DIMENSIONES

Además de la desigualdad en materia de ingresos y educación, hay otras esferas sociales que inciden en la desigualdad y afectan a grupos específicos. Las tasas de pobreza son significativamente más altas en los hogares rurales, de migrantes, indígenas y afrodescendientes.

“Un colombiano nacido en Chocó tiene cinco veces más probabilidades de nacer en la pobreza que uno nacido en Bogotá. De manera similar, una mujer en Colombia tiene 1,7 veces más probabilidades de estar desempleada que un hombre. Un colombiano indígena alcanza en promedio dos años menos de escolaridad que uno no indígena”, indica el reporte.

María Eugenia Dávalos, economista senior del Banco Mundial y una de los directores del reporte, explicó que “uno de los activos principales con los que cuenta un hogar es el capital humano, como la educación y el salud, pero también hay otros activos como capital financiero y social. Las personas utilizan estos activos para participar en el mercado laboral y así generar ingresos para una vida digna”.

Según la economista, la pandemia trajo consigo una serie de choques que tienen la posibilidad de exacerbar desigualdades, por lo que golpean justamente con mayor fuerza a las familias con menores ingresos o con condiciones de prevalencia de desigualdad.

Fuente Portafolio

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