¿Quién nos protegerá del militarismo y nazismo colombiano?
Según autorizados voceros de la organización nacional de pueblos indígenas de la Amazonía colombiana “OPIAC”, la muerte causada a 11 personas, heridas a otras y la desaparición de muchas más; fue una masacre cometida por un pelotón del Ejército, contra inermes campesinos e indígenas participantes de un festival organizado por la Junta de Acción Comunal del Corregimiento El Remanso, del municipio de Puerto Leguizamón (Putumayo).
Noticias de la prensa nacional informaron que, según fuentes oficiales, había sido una “heroica” acción de las Fuerzas Armadas contra “disidencias de las Farc”. Pero, los familiares de las víctimas rechazaron esas versiones y confirmaron que se trataba de un evento festivo, anunciado públicamente con bastante antelación, para recaudar fondos económicos, con el propósito de construir obras en beneficio de la comunidad campesina.
Connotados organismos defensores de derechos humanos, tanto nacionales como internacionales no creen la versión oficial y exigieron al Gobierno de Duque un total y transparente esclarecimiento del sangriento y doloroso suceso del 28 de marzo. Para el común de la población existe la sensación de estar en presencia de un nuevo “falso positivo”, con el fin de crear la falsa imagen de que mejora la “seguridad democrática” y, con ella, despegar la caída popularidad (23%) del presidente Duque (sobre todo, después de la “palera” recibida el 13 de marzo por el Pacto Histórico).
No es necedad, insistir que, mientras que no haya cambio de la nazista doctrina gringa de la seguridad nacional, en el adoctrinamiento de las Fuerzas Militares; continuará la agresión abierta o encubierta contra la población civil, considerada como “enemigo interno” que sirve a la insurgencia, como el agua al pez.
El presidente Santos (sujeto a presiones internas y externas poderosas) no aceptó discutir ni negociar el cambio de la doctrina militar, ni el modelo de desarrollo económico (a lo cual accedieron ingenuamente los negociadores de las Farc). Pues, en la realidad dicho grupo armado desapareció en altísimo grado, pero el componente militar oficial (unos 500.000) no disminuyó en cantidad de hombres, ni en el presupuesto público y, posiblemente, tampoco en los “gastos reservados” (sin control democrático alguno).
Prácticamente desde la Guerra contra Corea, por presión gringa Colombia ingresó el Club de los países militaristas de América Latina, adoctrinados y entrenados por el Comando Sur. Por eso tiene Las Fuerzas Armadas más grandes del Continente, en comparación con la cantidad de habitantes y devora más de un (1) billón de pesos diarios (mientras más de 30 millones de compatriotas se debaten cada día entre la pobreza y la extrema miseria).
Para desviar el escrutinio de la opinión pública (obreros, campesinos, indígenas, artesanos, estudiantes, intelectuales, etc.) la cúpula militar debe inventar “resultados” que justifiquen la existencia de medio millón de hombres y mujeres en armas y el creciente gasto en equipos militares. Por tanto, no solo es necesario mantener el “enemigo interno”, sino provocar el “enemigo externo” (en este caso, la República Bolivariana de Venezuela).
Para corroborar la mentalidad militarista de las clases dominantes, no solamente fueron entregadas las Bases Militares, Navales y Áreas al servicio del Ejército yanqui, sino que ingresaron a Colombia a la agresiva, criminal y genocida ORGANIZACIÓN DEL TRATADO DEL ATLÁNTICO NORTE “OTAN”, dizque como “socio global” (que recientemente, realizó ejercicios militares con submarino nuclear en aguas del mar Caribe, en clara amenaza a República Bolivariana de Venezuela).
El Gobierno del Pacto Histórico (como instrumento popular de cambios verdaderos) debiera incluir en sus realizaciones: la desmilitarización del país; la supresión total de la doctrina de la mal llamada seguridad nacional; la reducción drástica del presupuesto militar; la adopción de una nueva doctrina militar que garantice la paz interna y con los países vecinos; la desclasificación y publicación de todos los Tratados militares y políticos secretos firmados con otras naciones.
31 de marzo de 2022
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