Por: Narciso Isa Conde
La nueva obra de teatro sobre la tragedia haitiana a cargo de la Administración Biden tiene un guión previamente escrito en la Oficina Oval de la Casa Blanca.
El gobernador de colonia de la Parte Oriental de esta la isla caribeña, que usurpa el título de Presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, debía formar -y formó- el Trío llamado a actuar en el inicio de la obra.
Biden escogió como compañía de Abinader a los gobernadores de Panamá y Costa Rica, que recientemente volvieron a reunirse, ahora en la bella Puerto Plata, tierra dominicana donde el “mandatario” dominicano tiene fuertes inversiones en el sector turismo.
Esto, claro está, escenificado luego de Abinader cantar hasta el hartazgo -solo y como Trío- que el pueblo haitiano es un pueblo supuestamente “inválido”, incapaz de auto-determinarse y auto-gobernarse, donde “no hay Estado” sino una situación caótica creada por el propio pueblo.
A continuación le siguió el capítulo donde Biden, junto a la gobernación de la Parte Occidental de esta isla -bautizada originalmente con los nombres de Quisqueya y Haití- convocaron una cumbre para “ayudar” al pueblo haitiano a reparar su “Estado fallido”.
Entonces Abinader, raudo y veloz, felicitó a Biden por esa iniciativa previamente acordada y la aplaudió con las dos manos y los dos pies.
La estigmatización de Haití -debemos repetirlo sin cansarnos- proviene de Súper Estados canallas y elites capitalistas blancas con ínfulas de dominar al mundo y aplastar las nuevas rebeldías emancipadoras; en el contexto de una marcada declinación de su poderío y de la violenta agresividad por ella motivada.
A ella se agrega, en la cola del sistema imperialista, la clase dominante-gobernante dominicana, sumisa al coloniaje y empapada de un racismo hispanófilo y una total sumisión al poder imperial estadounidense.
De todas maneras -aun en medio de tantas medias verdades y mentiras- vale la preguntarse… ¿Quiénes son responsables de tal fallo, de tal caos y tan brutal empobrecimiento en Haití? ¿Pueden ellos ser los salvadores de Haití?
Las respuestas a estas preguntas obligatoriamente tienden a destrozar el guión de la obra teatral recientemente gestada en Washington. Pensamos que quienes felicitan a Biden y le atribuyen al pueblo haitiano las culpas de su dramática situación están bajo la tutela perniciosa de los verdaderos culpables. Asumen así, por intereses creados y conveniencias espurias y oportunistas, la ideología de la colonialidad.
Se abrazan a la supremacía blanca y se afilian al racismo imperialista europeo y estadounidense para encubrir las culpas históricas y actuales de las potencias dominantes; procurando ocultar el impacto del saqueo, la depredación ambiental, la sobre explotación, la imposición de regímenes oligárquicos, dictaduras militares, partidocracias y plutocracias mafiosas.
Preguntémosles además: ¿quiénes impusieron y sostuvieron en Haití a los Duvalier, Namphis, Prósper Abril, Martely, Jovenel Moises?… ¿Cuántas veces ha intervenido EE.UU. a Haití? ¿Qué pasó con la MINUSTHA ¿Quiénes crearon las bandas que hoy se le salieron de control?
Las respuestas veraces a tales interrogantes, que ellos nunca darán, no admiten cargar las culpas sobre las víctimas y absolver a los victimarios.
Pero como burla a la inteligencia de los pueblos, en esta otra versión teatral sobre las “nuevas” recetas imperialistas para Haití, los principales culpables de la tragedia de su pueblo, aparecen en el guión de este episodio de la obra aplaudida por Abinader como los poderes idóneos destinados a “salvar” esa Nación. Me refiero a la llamada Comunidad Internacional tutelada por EE.UE., Canadá, Francia y U.E.
Todo ha sido fríamente calculado, a lo Chapulín colorado. Todo ha sido fraguado para inducir al respaldo de nuevas modalidades de intervención y controles imperialistas, que en el pasado remoto y reciente, no solo no han solucionado nada, sino que lo han empeorado todo.
Sin embargo, de todas maneras el guión que le prepararon a Biden sus asesores de imagen y sus tanques pensantes, solo puede parir una tragicomedia mediocre. Se lo aseguro.
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