Entrevista con el científico italiano Fabrizio Chiodo, residente en Nápoles y trabajador del Centro Nacional de Investigación en Pozzuoli.
El científico italiano Fabrizio Chiodo, residente en Nápoles y trabajador del Centro Nacional de Investigación en Pozzuoli, manifestó varias razones para colaborar con Cuba en la obtención de vacunas, según confesó a Granma.
«Admiro la ciencia cubana, porque demuestra que la Biotecnología pública constituye algo real, conducida por el estado, sobre todo si está insertada bajo el triángulo ciencia-cultura-economía. Cuando trabajé en Holanda colaboré en becas para que colegas del Finlay realizaran pasantías en el laboratorio. Para mí resultó una inspiración conocer a Vicente Vérez Bencomo (director del Instituto Finlay de Vacuna) y a Yury Valdés Balbín (vicedirector) en un evento internacional en 2012. Estos colegas me dieron la posibilidad y el honor de colaborar con Cuba», relató el doctor en Química Aplicada.
–¿Cree que el bloqueo obstaculiza el trabajo de los científicos cubanos?
–El bloqueo es el factor de mayor limitación para la ciencia cubana. No se marca solo en el obstáculo para conseguir reactivos e insumos, sino que esa política hostil impacta en obtener dinero para proyectos científicos. Muchas entidades, ONG, compañías y universidades no permiten a Cuba (y a sus colaboradores) aplicar en fondos solidarios para investigaciones básicas con impacto social.
–¿Siente que aprendió del trabajo en Cuba?
–Los colegas en Cuba me han enseñado qué significa realmente hacer ciencia para la salud pública y para el pueblo, y a crear ciencia sin vínculos con el dinero, sin la locura de presiones académicas para saldar deudas del mercado. De ellos aprendí a hacer proyectos que siempre tengan un impacto importante en la salud de las personas.
–¿Cómo colaboró con las ciencias cubanas?
–Comparto un fuerte interés por los carbohidratos (que son partes de muchas vacunas del Finlay) y es, desde este punto, que empieza mi colaboración con el grupo de Vicente Vérez Bencomo. Yo principalmente intento estudiar los papeles que el sistema innato puede tener en el funcionamiento de las vacunas. Empecé a estudiar con la QuimiVio (vacuna heptavalente del Finlay contra s.pneumoniae), sus mecanismos, su cross-reactividad, etc. A su vez, colaboré con varios colegas cubanos en su estancia en los laboratorios en Holanda, donde trabajaba. También, durante el azote de la pandemia de la COVID-19, ayudé en los temas de biología molecular en el estudio con Vamengoc-BC, las vesículas de Soberana 01 y el papel del RBD (dominio del receptor) en Soberana 02.
–¿Planes de trabajo conjunto?
–Con estos colegas brillantes no hay límites. Yo estoy seguro de que en los siguientes años tendremos éxitos. Con toda la experiencia adquirida se podrán desarrollar más vacunas contra otros patógenos y contra enfermedades degenerativas como el cáncer. Cuba puede ser una luz para todos los países pobres y en desarrollo, demostrando que la Biotecnología pública conducida por el Estado es la única manera de evitar las injusticias sociales que el sistema económico mundial genera».
Fuente Granma
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