No nos extraña que un ex alcalde de Bogotá, quien se ha caracterizado por su desprecio hacia los trabajadores, el afro colombiano, los desplazados- mal llamados eufemísticamente.
Así como cuando no conoces las instituciones ni el país que quieres gobernar.@EnriquePenalosa solo sabe de buses y pasto sintético. #ElSenaSeRespeta pic.twitter.com/js8b5aGaf0
— Sindicato del SENA (@sindesenacol) December 10, 2021
"habitantes de calle", contra los trabajadores, los estudiantes y todo aquel que piense y actúe con un atisbo de autonomía y reivindique la dignidad humana, sea tratado peyorativamente por un "elitista desesperado", y que gobernó mal a Bogotá, ahora pretende llegar a la presidencia de la república, transpirando odio por la racionalidad, la lógica, el afán de saber y actuar moralmente.
Está en una coalición imbuida de pragmatismo romo. Vocifera su "independencia", pero al mismo tiempo se transmuta en sacamicas de Germán Vargas Lleras, mendigando su apoyo y sus votos.
Me figura pensar, que el señor Peñalosa, jamás se le ocurrió leer la respuesta que Sócrates dio a quienes le exigieron que abandonara su oficio de filosofar y, a cambio le otorgarían el perdón: "Atenienses, os amo y respeto, pero obedeceré a Dios antes que a vosotros, y mientras yo viva no cesaré de filosofar, dando consejos, volviendo a mi vida ordinaria y diciendo a cada uno de vosotros cuando os encuentre: Buen hombre, ¿cómo, siendo ateniense y ciudadano de la más grande ciudad del mundo por su sabiduría y su valor, cómo no te avergüenzas de no haber pensado más que en amontonar riquezas, en adquirir créditos y honores, en despreciar los tesoros de la verdad y de la sabiduría, y no de trabajar para hacer tu alma tan buena como pueda serlo"( Sánchez, Vásquez.2000, p,.122).
¡Qué va! Estos políticos que peyorizan a sus conciudadanos, expropiados, empobrecidos, llevados a la miseria por el apetito voraz de su clase social, con pretensiones de superioridad, sólo saben de trampas y fraudes, no pueden querer la filosofía, que siempre busca la verdad y la moralidad auténtica, desde su vertiente de la ética ciudadana.
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