martes, 1 de febrero de 2022

El deterioro social de Urabá es progresivo

Foto: El Colombiano

 Por: Wilmar Jaramillo Velásquez

La bomba está que explota en las manos de los sordos y arrogantes alcaldes, convertidos en reyezuelos de tercera, seducidos por el cemento, la contratación y la publicidad engañosa pagada con los impuestos de los ciudadanos.



Hace rato varias personalidades con alta credibilidad como el médico Luis Alfonso Ossa, como para citar solamente uno, vienen alertando sobre el deterioro social de Urabá, sin que los emperadorcitos pasajeros que hemos elegido como alcaldes asuman a fondo tan sensible situación.

El tema del desempleo, el llamado pandillismo o jóvenes en conflicto como lo llaman otros, la colonización del territorio, especialmente del eje bananero por criminales de otras zonas atraídos por la hospitalidad y la generosidad de nuestros habitantes, nos han convertido en blanco permanente de la delincuencia.

Ya no es posible que una familia se siente tranquila a disfrutar de un helado, un refresco o una cerveza en céntricos locales sin el temor de ser asaltados por bandas bien organizadas que a plena luz del día incursionan pistola en mano para despojarlos de sus pertenencias.

La vía Chigorodó-Turbo, especialmente en las variantes se convirtió en el epicentro de continuos atracos a mano armada.

El médico Luis Alfonso Ossa hace rato viene insistiendo en impulsar programas de educación, de involucrar al Sena, de fomentar proyectos de reforestación, de reciclaje, emprendimiento, que generen empleos reales a nuestros jóvenes, hace días viene alertando sobre la bomba social que se cocina en esta parte del país, pero sus mensajes no han tenido oídos receptivos.

La ola de crímenes y atracos que se cometen a diario en Urabá deberían haber prendido las alarmas en unos dirigentes serios y responsables que en esta zona brillan por su ausencia y que se tranquilizan con las “limpiezas sociales” que hacen los ilegales.

Se requiere de un esfuerzo conjunto de los alcaldes del eje bananero para afrontar esta situación, se requiere de medidas drásticas, de choque, de emergencia, entender que   el cemento y la contratación que tanto les fascina es buena, pero que también deben aportar recursos para resolver este problema social.

El Instituto de Bienestar Familiar que se convirtió en una cueva de burócratas inútiles en todo el país, en Urabá, no es la excepción, vergüenza ajena produce las recuas de mujeres con sus niños en las calles dedicadas a la mendicidad, exponiéndolos a inclementes temperaturas, mientras el gobierno nacional dilapida las millonarias sumas de dinero recibidas en el caso de la población migrante.

El escritor Jairo Aníbal Niño, dijo en una ocasión que, “un solo niño abandonado en las calles, invalida cualquier programa de gobierno”, pero en Urabá tenemos cosecha ante la indolencia de todos, en especial de quienes tienen las herramientas legales y los presupuestos para resolverlo.

Hay que hacer estudios serios de dónde salen, de donde provienen los ejércitos de indigentes que han comenzado a inundar las calles de Urabá y cuál será el tratamiento social con el que se afrontará semejante asunto. Es tarea de todos evitar que la bomba social estalle en esta región como estalló en Buenaventura y consideramos que estamos a tiempo de evitarlo. Seguimos siendo optimistas.

Urabá/enero/2022

Fuente: El pregonero de Darién

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