Foto: Fundación Gabo |
Por Nelson Lombana Silva
El 9 de febrero ha sido declarado como “Día del periodista”. El periodismo – dijo Gabriel García Márquez – es el mejor oficio del mundo. Sin embargo, más allá de ser “el mejor oficio del mundo”, resulta importante destacar su responsabilidad social, el compromiso que tiene con la sociedad.
Afortunadamente, desde los años 60s apareció tímidamente los medios alternativos de comunicación, los cuales se han venido desarrollando y hoy juegan papel fundamental en el despertar de las masas amorfas, porque hay una información veraz, oportuna y al instante, que emerge de las entrañas del pueblo. Su problemática, los crímenes del Estado contra el pueblo, las injusticias sociales y los sueños y esperanzan, salen en estos medios con claridad y transparencia.
Recordamos a los periodistas mártires que han sido asesinados. A todos ellos, honor y gloria. Recordamos a Jaime Garzón, por ejemplo; a Manuel Cepeda Vargas, director del semanario VOZ La verdad del pueblo, quien fue asesinado por el mismo Estado; a Guillermo Cano, etc.
¡Algún día brillará la justicia en Colombia! ¡Que viva el mejor oficio del mundo, el periodismo!
Así, pues, más que hacer historia y decir que la celebración del día del periodista nació el 9 de febrero de 1791 en Colombia, como referencia de la aparición del periódico: “Papel periódico de la ciudad de Santafé de Bogotá”, orientado por el cubano, Manuel del Socorro Rodríguez, teniendo destacados columnistas como Antonio Nariño, Francisco Antonio Zea y Francisco José de Caldas, entre otros y existir leyes como la ley 51 del 18 de diciembre de 1975, e incluso, la ley 918 pasando la celebración para el 4 de agosto, lo importante en este momento es analizar críticamente la realidad de la prensa colombiana y las garantías laborales de los periodistas.
El periodismo masivo está cooptado por las multinacionales y transnacionales. En otras palabras: Está secuestrado por la gran oligarquía. Son los efectos catastróficos del nefasto modelo neoliberal.
Los grandes medios de comunicación no están dirigidos por periodistas, sino por agentes del narco Estado. El reportero desapareció, fue reemplazado por el publicista. La sala de redacción fue reemplazada por la sala de censura y el director es un agente incondicional de la gran burguesía dueña de dichos medios, quien está presto a recibir la orden sobre qué se debe publicar y qué no. Es un payaso, pero bien pago.
Los periodistas de base son obreros llevados a la mendicidad, se venden por una miserable pauta, un halago miserable del politiquero de oficio. No tiene salario fijo, ni seguridad social, ni garantías mínimas para desarrollar su actividad. Cuánto tiempo atrás dijo Carlos Marx, en el Manifiesto Comunista, que todo lo que permea el capitalismo lo envilece.
Estos supuestos medios de comunicación, se han convertido en máquinas para hacer dinero para un grupo muy pequeño y cerrado, proteger el narco Estado y su putrefacta clase dominante. Nada tiene que ver con información veraz, real e imparcial. El periodista que ha intentado ser consecuente con su profesión, resulta estigmatizado, ignorado, aislado, incomunicado, amenazado e incluso, asesinado. Colombia es hoy uno de los países más peligrosos para ejercer esta profesión.
Un periodismo analfabeto político, que se refleja en la aguda problemática socio económico que vive a diario. No obstante, por congraciarse con el jefe, eructan manjares. No hay sector más desunido, envidioso y desorganizado que los periodistas, están muchas veces dispuestos a vender a su hermano de profesión por un simple golpe de hombro del patrón. ¿Por qué se da esto? Porque hay desunión, analfabetismo político y la ilusa creencia que porque todos los días estoy entrevistando a los ricos y me gastan un tinto o un almuerzo, yo también soy rico y pertenezco a esa clase social.
Recordamos a los periodistas mártires que han sido asesinados. A todos ellos, honor y gloria. Recordamos a Jaime Garzón, por ejemplo; a Manuel Cepeda Vargas, director del semanario VOZ La verdad del pueblo, quien fue asesinado por el mismo Estado; a Guillermo Cano, etc.
¡Algún día brillará la justicia en Colombia! ¡Que viva el mejor oficio del mundo, el periodismo!
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