Por Agamenón
“No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”, dice el dicho popular. Después del criminal golpe de estado, orquestado por el imperialismo norteamericano y la pútrida oligarquía hondureña, explayándose el neoliberalismo extractivista como peste nauseabunda, hundiendo a millones de seres humanos en la más espantosa miseria y terrorismo de estado, se concreta una singular victoria electoral en cabeza de Xiomara Castro Sarmiento, quien fuera la primera dama durante el gobierno progresista de Manuel Zelaya.
Ya se había hecho un intento en el año de 2017, pero el brutal fraude electoral inducido por Estados Unidos y una desalmada violencia de estado que dejó como saldo trágico el vil asesinato de por lo menos 37 vidas inocentes, impidieron celebrar el triunfo popular en esta martirizada república centroamericana.
Sin embargo, el pueblo no se dio por vencido. Insistió. Persistió. Dando cumplimiento a la sentencia inexorable de que los tiranos son efímeros y los pueblos eternos, el día llegó. Y llegó con fuerza, con esperanza en que la paz, la justicia y la libertad, puedan deambular por todo el territorio nacional, devolviendo la alegría, la esperanza en chicos y grandes, en hombres y mujeres.
En una votación histórica que al parecer superó el 70 por ciento de participación, la ex primera dama de la nación, se levantó con el triunfo, superando ampliamente a su competidor, el representante de la vieja y rancia politiquería tradicional. Los gigantes no son invencibles, cuando el pueblo se decide a unirse y a exigir sus derechos. Una coalición hizo el milagro.
Radiante de alegría por el contundente resultado, la presidenta electa, Xiomara Castro Sarmiento, señaló: “Hoy el pueblo ha hecho justicia. Vamos a formar un gobierno de reconciliación, paz y justicia. Vamos a garantizar una democracia directa y participativa. Nunca más se va a abusar del poder en este país”.
También declaró con vehemencia: “Vamos a construir juntos una nueva historia para el pueblo hondureño. ¡Fuera la guerra, el odio, los escuadrones de la muerte, la corrupción, el crimen organizado!”
Conocidos los promisorios resultados el presidente cubano, Miguel Díaz Canel Bermúdez, saludó la victoria y a su principal protagonista. Escribió en las redes sociales: “Tuvieron que pasar doce años del golpe de estado contra Manuel Zelaya, para que el pueblo hondureño pudiera lograr la contundente victoria de este domingo en las urnas. Felicitaciones a la presidenta electa, Xiomara Castro. América Latina y el Caribe también celebran con Honduras”.
Los comunistas del mundo también compartimos esa alegría y ese cúmulo de esperanza que encarna el triunfo de Xiomara Castro Sarmiento en el hermano país de Honduras. El triunfo de la vida y la esperanza que encarna un hecho político de esta naturaleza nos alegra la conciencia y anima la esperanza en que la martirizada Colombia tomará el mismo rumbo el año entrante con un congreso mayoritario y un presidente de extracción popular que encarna Gustavo Petro Urrego. El pueblo hondureño nos acaba de decir que sí se puede
Sin embargo, el pueblo no se dio por vencido. Insistió. Persistió. Dando cumplimiento a la sentencia inexorable de que los tiranos son efímeros y los pueblos eternos, el día llegó. Y llegó con fuerza, con esperanza en que la paz, la justicia y la libertad, puedan deambular por todo el territorio nacional, devolviendo la alegría, la esperanza en chicos y grandes, en hombres y mujeres.
En una votación histórica que al parecer superó el 70 por ciento de participación, la ex primera dama de la nación, se levantó con el triunfo, superando ampliamente a su competidor, el representante de la vieja y rancia politiquería tradicional. Los gigantes no son invencibles, cuando el pueblo se decide a unirse y a exigir sus derechos. Una coalición hizo el milagro.
Radiante de alegría por el contundente resultado, la presidenta electa, Xiomara Castro Sarmiento, señaló: “Hoy el pueblo ha hecho justicia. Vamos a formar un gobierno de reconciliación, paz y justicia. Vamos a garantizar una democracia directa y participativa. Nunca más se va a abusar del poder en este país”.
También declaró con vehemencia: “Vamos a construir juntos una nueva historia para el pueblo hondureño. ¡Fuera la guerra, el odio, los escuadrones de la muerte, la corrupción, el crimen organizado!”
Conocidos los promisorios resultados el presidente cubano, Miguel Díaz Canel Bermúdez, saludó la victoria y a su principal protagonista. Escribió en las redes sociales: “Tuvieron que pasar doce años del golpe de estado contra Manuel Zelaya, para que el pueblo hondureño pudiera lograr la contundente victoria de este domingo en las urnas. Felicitaciones a la presidenta electa, Xiomara Castro. América Latina y el Caribe también celebran con Honduras”.
Los comunistas del mundo también compartimos esa alegría y ese cúmulo de esperanza que encarna el triunfo de Xiomara Castro Sarmiento en el hermano país de Honduras. El triunfo de la vida y la esperanza que encarna un hecho político de esta naturaleza nos alegra la conciencia y anima la esperanza en que la martirizada Colombia tomará el mismo rumbo el año entrante con un congreso mayoritario y un presidente de extracción popular que encarna Gustavo Petro Urrego. El pueblo hondureño nos acaba de decir que sí se puede
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