sábado, 13 de noviembre de 2021

La crisis climática nos compete a todos y a todas

 

Foto: Internet

Por Nelson Lombana Silva

La especie humana se encuentra en vía de extinción, gracias al sistema capitalista, sistema depredador por excelencia. La sociedad de consumo, propia de este sistema, ha convertido el planeta en una verdadera cloaca cuya catástrofe total ha conmovido al mismo Papa Francisco, quien ha dado a conocer una encíclica que advierte la aguda problemática ambiental.



La crisis climática cada vez más evidente, se origina en este infernal modelo neoliberal, cada vez más avasallante e inhumano. En 1992, afirmaba el presidente cubano, Fidel Castro Ruz, al participar de la cumbre de la tierra, en Río de Janeiro (Brasil), convocada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU): “Una importante especie biológica, está en riesgo de desaparecer, por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: El Hombre”.   

Agregaba en esta cumbre: “Ahora tomamos conciencia de este problema, cuando casi es tarde para impedirlo. Es necesario señalar que la sociedad de consumo son las responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente. Ella trasciende en la antiguas metrópolis coloniales y de políticas imperiales, que a su vez, engendraron el atraso y la pobreza que hoy azota a la inmensa mayoría de la humanidad”.

Dijo también que “el 20 por ciento de la humanidad consume las dos terceras partes de los metales y las tres cuartas partes de la energía que se produce en el mundo”.  

Así, pues, de esta cruda catástrofe ambiental no se puede responsabilizar a los pueblos como vienen señalándolo los gobiernos pro imperialistas arrodillados a los imperialismos, especialmente al estadounidense. Hay que señalar y acusar directamente al régimen, al sistema capitalista, porque es la causa fundamental, central.

Con esta política depredadora, “han envenenado los mares y los ríos, han contaminado el aire, han debilitado y perforado la capa de ozono, han saturado la atmósfera de gases que afectan las condiciones climáticas, con efectos catastróficos que ya empezamos a padecer”, señaló.

Sin exageración, el líder de la primera revolución Socialista en América, destacó las graves consecuencias que viene padeciendo la humanidad al señalar: “Los bosques desapareen, los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas de tierra fértil, van a parar cada año al mar; numerosas especies se extinguen, la presión poblacional y la pobreza, conducen a esfuerzos desesperados para sobrevivir aún a costa de la naturaleza. No es posible culpar de esto a los países del tercer mundo, colonias ayer. Naciones explotadas y saqueadas hoy por un orden económico mundial injusto. La solución no puede ser en impedir el desarrollo de los que más lo necesitan. Lo real es que todo lo que contribuya a la pobreza, constituye una violación flagrante de la ecología”.

Resulta redundante

Hablar de los continuos cambios violentos del clima, la temperatura, las tempestades huracanas, las avalanchas, el deshielo, etc, resulta redundar, por cuanto a diario estamos padeciendo estas variaciones continuas. Las lluvias son tormentosas y el sol quemante. No es una fantasía o un invento, es una cruda realidad que todos y todas estamos viviendo constantemente.

El sistema capitalista evade su responsabilidad con cinismo y sindica a la suerte o incluso, a supuestas fuerzas sobrenaturales. De igual manera, al campesino que tumba un árbol para satisfacer una determinada necesidad. En cambio, calla deliberadamente el accionar perverso de las multinacionales y transnacionales que a diario derriban millones y millones de árboles, contaminan el agua y destruyen la entraña de la tierra para robarle sus metales preciosos.

No dice nada en relación con las grandes chimeneas de las grandes fábricas, ni la contaminación que genera el transporte masivo. Para él, esto es civilización, progreso y bienestar para esa minoría que conforma la clase dominante y explotadora. Engaña a la humanidad con fastuosos congresos, publicidad alienadora, que nada tiene que ver con la realidad y el compromiso histórico de defender el medio ambiente.

Hay que decir entonces, que la crisis climática, la crisis ambiental, son productos de decisiones políticas tomadas en el parlamento por la clase dominante. Eso quiere decir, que mientras exista el capitalismo la destrucción de la madre tierra será inevitable. Para una solución de fondo, hay que cambiar este sistema y construir entre todos y todas uno verdaderamente humano y ambientalista. Lo demás, es carreta ventiada.

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