miércoles, 24 de noviembre de 2021

Unidad y resistencia por un nuevo poder declaración política del Partido Comunista

 


A cinco años de suscrito el Acuerdo final de Paz entre el Estado y las FarcEp vivimos momentos inéditos del desarrollo de nuestro país. El acuerdo de paz, la poderosa y  combativa  movilización  popular,  que  en  los  últimos  tiempos  ha  llenado  calles, carreteras, barriadas y territorios rurales y el cada vez mayor descontento social y popular, reclaman imperativamente un proceso de unidad y convergencias como el Pacto Histórico, es decir, una alternativa de gobierno, un cambio en el rumbo que ha llevado el país a la más grande desigualdad, corrupción, criminalidad sistemática de Estado y desprecio a los acuerdos en búsqueda de la paz.

Esta  dinámica  refleja  el  hartazgo  de  la  sociedad,  con  un  gobierno  autoritario, soportado por una alianza del neoliberalismo y el narco capitalismo que destruyen la democracia y someten a la sociedad y al Estado a una condición sub colonial, de renuncia de la soberanía y de la independencia en la política exterior.

Se  vive  el  aumento  de  la  pobreza  y  las  privaciones  para  la  mayor  parte  de  la población. El crecimiento de variables económicas solo refleja el enriquecimiento de las elites y la nula redistribución de dicho crecimiento.  La  persistencia  del modelo económico, en medio de la crisis del capitalismo subordinado, agravada en la Pandemia, el fracaso en el manejo de la Covid-19 y una propuesta de reactivación sobre  los  hombros  del  pueblo  y  en  beneficio  del  gran  capital  son  amenazas  de peores consecuencias a futuro, si no interviene un cambio democrático.

Contrariamente  a  lo  que  miente  la  ultraderecha,  el  Acuerdo  de  paz  redujo  la inseguridad en los indicadores de la violencia de la guerra, con el cese al fuego y la dejación de armas y abrió camino a una perspectiva de cumplimiento de lo pactado, de diálogo con otras insurgencias vía a la paz completa. Duque se propuso “volver trizas” el Acuerdo de paz, obstaculizar y desfinanciar su implementación mientras simulaba ante el mundo darle curso. Los incumplimientos documentados, las y los más de mil líderes sociales asesinados incluyendo casi 300 reincorporadas/os, el incremento del paramilitarismo, ligado a los grupos mafiosos y mercenarios, hablan de la renuencia del gobierno a una política de garantías para la vida y el ejercicio de la actividad pública.

 La negación a abrir escenarios de diálogos, alimentan la sospecha de un nuevo ciclo de violencia para vender la idea de que se necesita un orden autoritario, con más neoliberalismo, privatizaciones, militarización y represión violenta de la justa protesta popular y ciudadana.

El régimen fracasó en su intentona de echar atrás el Acuerdo de paz. En la medida que se acercan las elecciones concentra en la ultraderecha la monopolización del poder, se apropia de los órganos de control y de las autoridades electorales, elimina en  abierto  desacato  a  la  Tutela  las  ya  débiles  medidas  de  garantías  electorales, maneja  mediante  corrupción  el  Congreso  e  intenta  hacerlo  con  las  Cortes.    La precipitada  reforma  del  código  electoral,  las  nuevas  nóminas  de  registradores  y jurados  uribistas,  la  inexistencia  de  un  censo  electoral  confiable,  conspiran  de manera abierta y descarada contra un proceso electoral transparente. Rechazamos la  respuesta  del  registrador  en  el  sentido  de  qué  quienes  tengan  dudas  sobre  la transparencia  de  ese  organismo  se  abstengan  de  participar  en  las  elecciones.
 
Proponemos a todo el poliedro político colombiano un gran frente por la transparencia del proceso electoral para que, en conjunto con observadores internacionales y nacionales, con la presencia de auditores de todos los partidos y movimientos sociales se inicie de inmediato la vigilancia y el control ciudadano de los softwares y el proceso eleccionario todo.

El  uribismo  está  debilitado,  pero  no  derrotado  y  lidera  a  los  sectores  más conservadores y militaristas de la sociedad, en conexión con redes internacionales de la derecha patrocinadas por “tanques de pensamiento” financiados por el gran capital e influyentes en los gobiernos de EEUU y la UE. A pesar del desprestigio del gobierno, aún se mantiene como la expresión ideológica y política más importante de la ultraderecha y el neofascismo criollos. El CD define su apuesta presidencial con Oscar Iván Zuluaga. No obstante, el bloque de poder transnacional dominante se orienta hacia un continuismo matizado, “cambiar todo para que nada cambie”, capitalizando el desprestigio gubernamental. La  imagen  “moderada”  de  un pretendido  centro  político  intenta  justificar  su  identidad  bajo  una  figura  de aparente  repulsión  a  los  extremos.  Los partidos de la U y cambio radical se distancian del uribismo e intentan recomponer su bancarrota.  La “coalición de la experiencia”, de exalcaldes y exgobernadores cercanos al uribismo y la “coalición de la esperanza”, de centro izquierda, junto con el partido liberal, pugnan por un acuerdo en torno a varios nombres entre los cuales Alejandro Gaviria, candidatura respaldada por Juan Manuel Santos. Su propuesta de cambio se basa en una idea limitada e institucionalizada de la democracia y del ejercicio político, la continuación del modelo económico neoliberal y las “líneas rojas” que planteó el sistema en la negociación de La Habana.  Uribismo y “moderados” coinciden en contra de las candidaturas y el programa del Pacto Histórico.

El Pacto Histórico, expresa la necesidad de cambio que avanza en el país. Es  una alianza de gran potencial electoral, una apuesta de cambios profundo del régimen socio político neoliberal y su sustitución por un modelo de reformas para la justicia social, la democratización política y del sistema electoral, la implementación total del Acuerdo final de paz y su desarrollo hacia la paz integral y completa, el pleno ejercicio  de  todos  los  derechos  y  libertades  ciudadanas,  la  libertad  de  las  y  los presos políticos, sociales y prisioneros de guerra. Es un desarrollo del concepto de solución política negociada, para atacar de raíz las causas, históricas y actuales de la violencia, proseguir el empeño de sacar las armas de la política, profundizar las reformas sociales, democratizar la sociedad, superar las grotescas desigualdades, suprimir  la  doctrina  del  “enemigo  interno”  y  del  “orden  público”,  suprimir  el ESMAD, iniciar el cambio hacia un concepto soberano de la defensa nacional y dar un paso a la democracia avanzada. Es también una ruta para garantizar el desarrollo de las fuerzas productivas, la defensa de los bienes comunes, del agua, los bosques, el medio ambiente, asegurar una más equitativa redistribución de la riqueza social y lograr un mayor bienestar para toda la población en todas las regiones.

El Pacto Histórico es un espacio en construcción, no excluyente hacia la izquierda ni hacia ningún sector inconforme, honesto y dispuesto a dar su aporte a la unidad. Por  eso  convoca  a  todas  las  expresiones  de  la  diversidad  colombiana  que  tienen conciencia de la necesidad de inaugurar una nueva época de dignidad, soberanía, igualdad, bienestar y seguridad para la vida. En ello tiene un papel el acuerdo entre fuerzas políticas fundadoras.  Pero al reflejar un anhelo de cambio mayoritario abandera la unidad, la convergencia y la unidad de acción política desde las bases populares, con su identidad programática, sus formas de organización, su capacidad de atención a los múltiples requerimientos de la lucha y la movilización por los derechos del pueblo.  En  una  dinámica  de  Bloque  Popular  alternativo  las distintas  expresiones  de  las  izquierdas  debemos  trabajar  en  coherencia,  con  un sentido  unitario  y  responsable.  La  construcción  de  listas  al  Congreso  de  la República debe reflejar, la diversidad de integrantes del pacto histórico, pero sobre todo  expresar  el  acuerdo  programático,  que  sustentan  la  promesa  de  cambio  y transformaciones, en concordancia con las exigencias de la movilización popular.

Este  es  un  periodo  en  el  cual  la  iniciativa  de  movilización  social  y  popular  debe profundizarse.  La indignación con un gobierno cada vez más impopular debe expresarse en la calle, de la manera más variada e imaginativa. El proceso electoral y la movilización no deben estar divorciados, al contrario, hacen parte de un mismo torrente que propulsa las posibilidades de cambios.

Los pueblos de nuestra América están en pie de lucha por sus derechos esenciales. Estamos en el marco de un proceso de cambios y avances en la lucha continental. Las movilizaciones indígenas en Guatemala y mapuche en Chile, el triunfo sandinista en Nicaragua, los resultados alentadores en Chile y Venezuela marcan un camino de avance popular. Expresamos nuestra solidaridad y apoyo a Cuba en su reactivación económica, vacunación de toda su población, rechazo al bloqueo y humanismo, como también a los pueblos latinoamericanos que continúan trazando el camino liberador.

CONFERENCIA IDEOLÓGICA NACIONAL DE PROGRAMA Y ESTATUTOS PARTIDO COMUNISTA COLOMBIANO
Bogotá, DC, noviembre 20 de 2021.

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