Por: Sandra Guerrero
Unos 25 artistas, gestores culturales, escritores, pintores y compositores de los departamentos de La Guajira y Cesar se reunieron en Riohacha, en un espacio de reflexión convocado por la Comisión de la Verdad.
Uno de los relatos que se escuchó fue el de la poetisa, psicóloga y docente riohachera Linda Antonella Solano Mendoza, quien sufrió directamente los impactos del conflicto, ya que los vivió como docente y como integrante del sindicato al que pertenecía.
Aseguró que fue incluida en una lista de amenazados por parte de un grupo de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, algo verdaderamente impactante para ella.
Además, relató el caso de cinco jóvenes estudiantes que fueron “arrebatados” de la escuela donde trabaja, quienes después aparecieron asesinados, víctimas de ejecuciones extrajudiciales, acusados de pertenecer a grupos armados.
Linda ha trabajado con niños, en su mayoría inmigrantes venezolanos y de la etnia wayuu que habitan en barrios de invasión de la periferia de Riohacha y a quienes les enseña a leer.
“Me hace feliz leer libros a los niños, soy promotora de lectura y eso me hace feliz. Ir a la escuela y enseñar valores, enseñar sobre la vida, cuando se habla tanto de muerte, de matanzas, me hace feliz. Parir libros y haber parido un ser me hace feliz también”, afirmó durante su participación en el evento de la Comisión de la Verdad.
En el encuentro estuvo Ludy de la Ossa, juglaresa residente en Valledupar, cantante, hija del octavo rey de la Leyenda Vallenata, Julito de la Ossa, quien declaró que los artistas también son sobrevivientes del conflicto armado, y dijo que desde este encuentro en Riohacha, frente al mar Caribe, envían un mensaje de resiliencia. “Siento que a pesar de todo hay aires de esperanza”, manifestó en torno a la construcción de paz.
Expresó con emoción que “la música nos llena, si todos nos unimos para crear música, para llevar mensajes de paz, para enseñarles a los niños a tocar instrumentos musicales, entonces la alegría volverá a casa”.
Los artistas participantes insistieron en la importancia de la verdad y la no repetición del conflicto. Igualmente intercambiaron reflexiones sobre los procesos de resistencia emprendidos para no dejar desaparecer las manifestaciones culturales y creativas.
El cantante indígena de música vallenata Kandy Maku dijo, por su parte, que el respeto a la cultura es también el respeto a la tierra, al agua, al aire. “Es fundamental para los pueblos ancestrales exigir el cuidado de la tierra, es un derecho fundamental respetar los territorios”, sostuvo el artista nacido en la Sierra Nevada y perteneciente a la etnia arhuaca.
Contó que tuvo un amigo que era poeta y que acostumbraba a reunirse con él para hablar de poesía y compartir creaciones. En muchas ocasiones, por la presencia y amenazas de grupos ilegales armados, no podía atravesar el río para llegar hasta la vivienda de su amigo e intercambiar lecturas y reflexiones.
“Mi amigo no fue afectado directamente por el conflicto, pero sí se interrumpió su rutina para escribir y compartir sus escritos”, dijo.
Anhelos de no repetición
Los artistas coincidieron en afirmar que sueñan con una región en paz y resiliente. Desean una sociedad más incluyente y más equilibrada donde se puedan rescatar los saberes ancestrales y transmitir a las nuevas generaciones.
Las peticiones hacen parte de la propuesta hecha al finalizar el evento.
Piden igualmente que los medios vean a la cultura no como entretenimiento, sino que el arte sea transversal a todo, que se entienda la cultura con todo el valor que tiene y que los artistas sean vistos como minorías que puedan tener condiciones con políticas favorables.
Ver el arte y la cultura como medio de sanación y transformación, recuperar la memoria histórica para que la historia no se repita y que el Estado proteja a los pueblos étnicos: su cultura, prácticas, usos y costumbres, fueron otras de las peticiones hechas.
Opinan que para que se logre una reparación es necesario respetar lo simbólico y lo inmaterial y que el Estado, como garante de los derechos, ejerza un control de las armas y sea responsable del uso de ellas.
Consideran importante implementar estrategias para que los jóvenes se interesen en conocer los saberes ancestrales, que haya más inversión en cultura, sobre todo en procesos creativos, que se mejore la comunicación del Estado para conocer las convocatorias de proyectos y fomentar el trabajo educacional en los niños, que vaya más allá de las áreas obligatorias, es decir, que enseñe el respeto por las diferencias y que exista una formación socioemocional.
El proceso del diálogo
La Comisión de la Verdad inició desde el pasado mes de junio este proceso de diálogo con representantes de organizaciones culturales y artísticas del Cesar y La Guajira para conocer los impactos, pero también las experiencias de afrontamiento y resistencia desarrolladas durante el conflicto armado y generar propuestas para la no repetición.
Uno de los objetivos del diálogo fue generar empatía en torno a la importancia de seguir cantando, danzando, sembrando, cocinando, declamando, conversando, escribiendo las propuestas y rutas de no repetición y convivencia.
Los testimonios en estos dos territorios del Caribe fueron recogidos durante dos años y medio, y en ellos se evidenciaron las transformaciones en los procesos creativos de los artistas, cuyas obras cambiaron y pasaron a escribir, cantar y hacer puestas en escena sobre la guerra, mostrando el dolor y la desolación del conflicto armado, pero también mostraron la esperanza, la lucha, el afrontamiento y la resistencia de los pueblos y las gentes afectadas.
Durante ese tiempo músicos y cantautores hablaron de esas transformaciones, ocasionadas por distintos hechos victimizantes vividos o conocidos por ellos. Muchos compositores vallenatos tuvieron que salir de sus territorios huyendo de la guerra, especialmente en las zonas rurales. Entonces forjaron su arte en entornos citadinos y perdieron contacto con las raíces naturales y culturales, lo cual se vio reflejado en sus obras.
Sin embargo, el arte ha sido también la herramienta para resistir, renombrar y resignificar las devastaciones de la guerra. Ha sido cantando, pintando, danzando, escribiendo y representando mediante las múltiples formas que ofrece el arte como muchas personas han logrado transitar por los caminos del dolor de la guerra.
Fuente: El Heraldo
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