Por: Thierry Meyssan
Rusia y China acaban de exigir por escrito a Estados Unidos que respete la Carta de las Naciones Unidas y los compromisos que ha contraído. Esta exigencia, desprovista de toda forma de agresividad, pone en tela de juicio no sólo el funcionamiento de la ONU, de la OTAN y de la Unión Europea sino casi todas las prerrogativas que Estados Unidos se había arrogado desde la disolución de la URSS, lo cual la hace inaceptable para Washington. Pero la superpotencia estadounidense ya no es la de antes y tendrá que resignarse al repliegue.
El mundo actual se halla bajo la dirección de los Estados Unidos de América y de la OTAN, que se presentan a sí mismos como las únicas potencias globales, olvidando que la Federación Rusa y la República Popular China se han vuelto más poderosas que ellos, tanto en el plano económico como en el campo militar.
El 17 de diciembre de 2021, Moscú hizo público un borrador del Tratado Bilateral que propone a Washington, documento que contiene una serie de garantías fundamentales para la paz [1]. También publicó un borrador del acuerdo que permitiría poner en aplicación el documento anterior [2]. Estos documentos no están dirigidos contra Estados Unidos. Sólo apuntan a hacer que Estados Unidos se atenga al contenido de la Carta de la ONU y que respete sus propios compromisos.
El 23 de diciembre, durante la conferencia de prensa anual del presidente ruso Vladimir Putin, una pregunta de la periodista Diana Magnay, de Sky News, suscitó gran conmoción. El presidente Putin le contestó secamente que las observaciones de Moscú sobre el comportamiento de Estados Unidos datan de 1990 y que Washington no sólo las ignoró sino que además ha persistido desde entonces en ir cada vez más lejos en ese comportamiento. Subrayó seguidamente que en este momento, la OTAN está a punto de desplegar su armamento en Ucrania, lo cual sería inaceptable para Rusia [3]. Es muy importante resaltar que ningún dirigente ruso se había expresado así anteriormente. Y también es importante entender que instalar misiles a 4 minutos de Moscú plantea una amenaza tan extrema que puede llevar a la guerra.
El 30 de diciembre, los presidentes Joe Biden y Vladimir Putin sostuvieron una conversación telefónica. La parte estadounidense emitió ciertas proposiciones para resolver la cuestión ucraniana mientas que la parte rusa dirigió nuevamente la discusión hacia las violaciones de la Carta de la ONU cometidas por Estados Unidos y sobre el hecho que ese país viola constantemente su palabra.
Estados Unidos pretende mostrar su buena fe no incorporando Ucrania a la OTAN. Pero esa manera de abordar la situación responde sólo en parte al problema planteado y no permitiría evitar la guerra si no se acompaña de una retirada militar.
Es evidente que estamos entrando en un periodo de enfrentamiento extremo que se prolongará por años y que puede llevar a una guerra mundial.
En este artículo examinaremos ese conflicto, del cual no se habla en Occidente.
1- LA EXTENSIÓN DE LA OTAN HACIA LAS FRONTERAS DE RUSIA
Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos permitió deliberadamente que la Unión Soviética tuviera que cargar con la mayor parte del esfuerzo. En la Segunda Guerra Mundial murieron entre 22 y 27 millones de soviéticos (un 13 o 16% de la población de la URSS) frente a 418 000 muertos estadounidenses (0,32% de la población de Estados Unidos).
Al término de aquella carnicería, Estados Unidos creó una alianza militar en Europa occidental. La URSS respondió con la creación del Pacto de Varsovia.
Rápidamente, la OTAN resultó ser más bien una federación que viola el principio de soberanía de los Estados enunciado en el artículo 2 de la Carta de la ONU [4], algo que varios países del Tercer Mundo denunciaron públicamente en 1955 en la Conferencia de Bandung [5]. En definitiva, la URSS acabó violando también la Carta de la ONU con la adopción de la doctrina Brezhnev, en 1968, y su imposición a los miembros del Pacto de Varsovia. Con la disolución de la URSS, algunos Estados ex soviéticos crearon una nueva alianza militar –el Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC, siglas correspondientes a Organización del Tratado de Seguridad Colectiva)– y decidieron abordarla como una confederación que se atiene al respeto de la Carta de la ONU.
Llegados a este punto es importante aclarar la diferencia entre una “federación” y una “confederación”. Por ejemplo, durante la Guerra de Secesión en Estados Unidos, los nordistas formaron una “federación” ya que la autoridad del gobierno central, en Washington, se imponía a todos los Estados. Los Estados del sur, al contrario, formaron una confederación ya que cada Estado seguía siendo soberano.
En 1989, a raíz de la caída del muro de Berlín, los alemanes quisieron reunificar su nación en un solo país. Pero eso significaba extender la OTAN al territorio de la República Democrática Alemana (RDA). Inicialmente, los sovieticos se opusieron. Se planteó entonces una reunificación alemana que mantendría el territorio de la RDA como un espacio neutro. Pero Mijail Gorbatchov acabó aceptando la extensión de la OTAN mediante la reunificación alemana, con la condición de que la OTAN no tratara de extenderse hacia el este.
El canciller de la RFA, Helmut Kohl; su ministro de Exteriores, Hans-Dietrich Genscher; y el entonces presidente de Francia, Francois Mitterrand, apoyaron la posición de Moscú: la OTAN debía comprometerse a no seguir extendiéndose hacia el este.
Del otro lado del Atlántico, el presidente George Bush padre y su secretario de Estado, James Baker, emitieron numerosas declaraciones públicas y aceptaron compromisos en ese sentido ante todos sus interlocutores [6].
En cuanto se disolvió la URSS, 3 países neutrales –Austria, Finlandia y Suecia– se convirtieron en miembros de la Unión Europea. La Unión Europea y la OTAN son una sola entidad –la UE es el ala civil y la OTAN es la militar– y las dos tienen su sede en Bruselas. Según el Tratado sobre la Unión Europea, modificado por el Tratado de Lisboa (artículo 42, párrafo 7), la OTAN asume la defensa de la Unión Europea, independientemente de que todos los miembros de la UE sean o no miembros del bloque atlántico. De hecho, aquellos países “neutrales” dejaron de serlo al convertirse en miembros de la Unión Europea.
En 1993, el Consejo Europeo reunido en Copenhague anunció que los países del centro y del este de Europa podrían incorporarse a la Unión Europea. A partir de entonces, los ex miembros del bloque soviético emprendieron el proceso de incorporación a la OTAN, sin más obstáculo que las tradicionales observaciones provenientes de Rusia.
Pero en los años 1990, Rusia era sólo la sombra de sí misma. Sus riquezas fueron sometidas al saqueo de 90 individuos que se dio en llamar los «oligarcas». El nivel de vida de los rusos se derrumbó y su esperanza de vida disminuyó en 20 años. En ese contexto, nadie prestaba atención a lo que decía Moscú.
En 1997, la cumbre de la OTAN reunida en Madrid exhortó los ex miembros del bloque soviético a unirse al Tratado del Atlántico Norte. En 1990, la extensión de la OTAN sobre el territorio de la ex RDA se había pactado con Moscú. Pero cuando la República Checa, Hungría y Polonia se convirtieron en miembros de la OTAN (en 1999), Estados Unidos estaba violando la palabra que había dado a Moscú.
Estados Unidos volvió a romper su promesa en 2004, cuando Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia también se convirtieron en miembros de la OTAN. Estados Unidos tampoco respetó su palabra en 2009, así que Albania y Croacia también pasaron a ser miembros de la OTAN. Lo mismo sucedió en 2017, con la incorporación de Montenegro, y en 2020, con Macedonia del Norte.
Ahora resulta que Ucrania y Georgia también podrían convertirse próximamente en miembros de la OTAN mientras que Suecia y Finlandia podrían renunciar a la “neutralidad” –que ya es sólo teórica– para integrarse abiertamente a las filas de la alianza atlántica.
Lo que era inaceptable en 1990 sigue siendo inaceptable hoy en día. Es inconcebible que la OTAN emplace misiles a sólo minutos de vuelo de Moscú. Es la misma situación que ya se vio en 1962. Estados Unidos desplegó misiles a las puertas de la URSS, en Turquía. Los soviéticos respondieron instalando misiles en Cuba, a 90 millas de las costas de Estados Unidos. La administración Kennedy descubrió in extremis la situacion de amenaza que el Pentágono había creado para Estados Unidos. El jefe del Estado Mayor conjunto estadounidense, el general Lyman Lemnitzer, era virulentamente antisoviético y quería desatar una guerra nuclear. Felizmente, el general Mark Milley, quien ocupa actualmente ese cargo, es más inteligente y mantiene relaciones respetuosas con los militares rusos.
LAS VIOLACIONES DE LA CARTA DE LA ONU
Cincuenta Estados participaron en la negociación que dio lugar a la Carta de la ONU, durante la Conferencia de San Francisco –en 1945–, incluso antes de que las tropas soviéticas tomaran Berlín, precipitando así la capitulación del Reich nazi. La Carta de la ONU se adoptó por unanimidad. Desde entonces, otros 147 Estados decidieron firmarla, lo cual hace actualmente un total de 197 Estados.
El borrador de Tratado Bilateral Rusia-Estados Unidos que Moscú propuso a Washington el 17 de diciembre de 2021 para garantizar la paz estipula en su artículo 2 que:
Por las razones ya hemos explicado más arriba, eso implicaría la transformación de la OTAN o su disolución.
El borrador propuesto por Rusia también establece, en su artículo 4, que los Estados que fueron miembros de la Unión Soviética no pueden ser miembros de la OTAN. Eso implica que Estonia, Letonia y Lituania tienen que salir de la OTAN y que Ucrania y Georgia no pueden incorporarse a ese bloque militar.
La propuesta rusa establece en su artículo 7 la prohibición de desplegar armas nucleares fuera de las fronteras nacionales. Eso implica la retirada inmediata del armamento atómico ilegalmente almacenado en países como Italia y Alemania, en violación del Tratado de No Proliferación nuclear firmado en 1968.
Además, respetar la Carta de la ONU implica regresar al funcionamiento original de las Naciones Unidas y abandonar las prácticas ilegales que la ONU ha estado implementando desde la disolución de la Unión Soviética.
Poco a poco la ONU no sólo dejó de cumplir los objetivos estipulados en sus estatutos sino que se convirtió incluso en agente al servicio de la aplicación de las decisiones estadounidenses. Por ejemplo, los “Cascos Azules” que alguna vez fueron «fuerzas de interposición» se transformaron, desde la disolución de la URSS, en «fuerzas de mantenimiento de la paz». Eso significa que antes los Cascos Azules intervenían cuando los beligerantes lograban concluir un alto al fuego. Con el consentimiento explícito de las partes, los Cascos Azules de la ONU se interponían entonces entre los beligerantes y velaban por el respeto de los compromisos que las partes habían contraído. Ahora, los Cascos Azules ya no se interesan por el consentimiento de las partes, ni siquiera por la existencia de algún acuerdo entre ellas. En la práctica, durante la veintena de años que duró el debilitamiento de Rusia, el Consejo de Seguridad de la ONU se limitó a avalar las decisiones de Estados Unidos. Los Cascos Azules de la ONU se convirtieron en una fuerza más al servicio del Pentágono.
El ejemplo más evidente fue el caso de Libia. Estados Unidos organizó y financió falsos testimonios ante el Consejo de la ONU para los Derechos Humanos, en Ginebra. Según esos testimonios falsos, el líder libio Muammar el Kadhafi bombardeaba a su propio pueblo [7]. Aquellos “testimonios” fueron transmitidos al Consejo de Seguridad y fue así como Estados Unidos obtuvo la aprobación de la resolución del Consejo que autorizaba la intervención de la OTAN para «proteger a la población» libia frente al «dictador». Seguidamente, la OTAN impidió que los jefes de Estados africanos viajaran a Libia para verificar lo que estaba sucediendo –de hecho, la alianza atlántica amenazó con matarlos a todos. Y luego bombardeó Libia, matando a unas 120 000 personas, miembros de la población que supuestamente iba a «proteger». La OTAN acabó dividiendo Libia en 3 territorios e instalando terroristas en el poder en Trípoli [8].
En el caso de Siria, la manipulación de la ONU fue aún más lejos. Después de haber encargado a la Liga Árabe la realización de una investigación para verificar si realmente había en Siria una “guerra civil”, la ONU nunca cuestionó la interrupción –sin explicación alguna– de aquella misión. ¿Por qué? Porque los expertos de los 21 países árabes que participaban en la investigación señalaron en su informe preliminar que las informaciones estadounidenses eran falsas [9].
Posteriormente, Estados Unidos impuso como segundo del secretario general de la ONU Ban ki-Moon, al segundo de la secretaria de Estado Hillary Clinton, el embajador Jeffrey Feltman, quien coordinó –desde la sede de la ONU– todos los aspectos (económico, político y militar) de las operaciones de los miembros de la OTAN en la guerra contra Siria [10]. Años después, a pesar de que Jeffrey Feltman ya no ostenta cargos en la ONU y se dedica a cometer nuevas fechorías en otras latitudes, las agencias de la ONU siguen aplicando las directivas por él redactadas para rendir por hambre al pueblo sirio [11].
Lo anterior nos obliga a abordar la cuestión de las agencias de la ONU. Muchas de ellas sirven hoy de pantalla a las fechorías de Estados Unidos. Por ejemplo, en medio de la pandemia de Covid-19 todos han podido observar que las cotizaciones de los Estados miembros representan menos del 20% del presupuesto de la OMS (la Organización Mundial de la Salud), mientras que las donaciones de la fundación de Bill y Melinda Gates constituyen el 10%. Es un hecho que ciertas acciones de la OMS están fuertemente influenciadas por intereses privados.
¿Otro ejemplo? El representante permanente de Rusia en el Consejo de Seguridad, Vitali Churkin, reveló en 2012 que el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) había transportado por barco, desde Libia hacia Turquía, cientos de yihadistas armados para crear el llamado «Ejército Sirio Libre».
Pero eso no es todo. Durante la etapa de debilitamiento de Rusia, el Consejo de Seguridad de la ONU votó numerosas sanciones contra Estados. Muchos funcionarios de la ONU ya han comprobado en el terreno que tales sanciones causan hambrunas y provocan innumerables muertes entre la población civil. Pero las sanciones votadas por el Consejo de Seguridad sólo pueden anularse mediante una nueva votación… que Estados Unidos impide. Las llamadas «sanciones» no son sentencias pronunciadas después de un juicio sino armas utilizadas contra pueblos… en nombre de la ONU.
Ahora, como Washington ya no logra imponer la adopción de “sanciones” desde el Consejo de Seguridad, lo que hace es decretarlas unilateralmente y obligar la Unión Europea –su vasallo– a aplicarlas. En otras palabras, los países miembros de la Unión Europea asesinan civiles en numerosos países, ahora en nombre de la «democracia».
3- LA ESTRATEGIA RUSO-CHINA
En Occidente se suele anunciar lo que podría o debería ocurrir con la intención de atribuirse la paternidad del acontecimiento. A menudo nada se hace para que sucedan las cosas y Occidente se limita a esperar, felicitándose por adelantado. Eso es lo que se llama un “efecto de anuncio”.
Por el contrario, en Rusia y en China –donde se habla menos– sólo se anuncia aquello cuya realización ya se considera segura. Generalmente, los anuncios son allí la revelación de lo que ya está hecho.
Cuando el presidente ruso Vladimir Putin anuncia que va a poner a Estados Unidos en su lugar, no está hablando de algo negociable. Rusia sabe que para el presidente estadounidense Joe Biden negarse a retirarse no es una opción. Así que la intención de Rusia es obligarlo a retirarse, quizás lentamente pero seguramente. Como un jugador de ajedrez, Moscú ha calculado de antemano todas las posibles jugadas. Le basta con mostrar su propia fuerza y, posiblemente, con “pinchar” por los costados. Por ejemplo, las fuerzas armadas rusas pudieran realizar una demostración de las posibilidades de sus misiles hipersónicos, para que todos puedan ver que tiene la capacidad necesaria para destruir cualquier objetivo en cualquier lugar del planeta. Incluso podría asestar un golpe a las fuerzas armadas de Estados Unidos en algún territorio que ese país ocupa ilegalmente.
El 15 de diciembre de 2021, Moscú y Pekín mostraron públicamente su alianza militar. Fue sólo 2 días antes de la publicación del borrador del tratado que Rusia propone a Estados Unidos. El presidente ruso Vladimir Putin y el presidente chino Xi Jinping incluso conversaron por videoconferencia en apoyo a la propuesta rusa. China insistió oficialmente en la legitimidad de esa exigencia. Si bien existen divergencias entre Rusia y China –incluso temas conflictivos como el de la Siberia oriental–, también es cierto que Moscú y Pekín están condenados a apoyarse entre sí. Tanto Rusia como China han sufrido los embates de las potencias occidentales en un pasado no muy lejano. Ambos países han comprobado la hipocresía de sus interlocutores occidentales y saben que se necesitan uno al otro para poder resistir.
En los últimos años, Rusia ha concebido y desarrollado nuevos tipos de armamento.
En 2014, Rusia demostró que es capaz de neutralizar las comunicaciones y los sistemas de mando de barcos de guerra, como un destructor estadounidense –el USS Donald Cook– equipado con el sistema de combate Aegis que lo conecta a todos los lanzadores de misiles estadounidenses [12] o incluso de un portaviones como el USS Ronald Reagan [13]. Posteriormente Rusia demostró en el Levante que puede extender el espacio donde neutraliza todas las comunicaciones y sistemas de mando de la OTAN, en un radio de 300 kilómetros [14]. Rusia dispone hoy de una superioridad evidente en los conflictos convencionales.
La OTAN ignoró por mucho tiempo la técnica francesa en materia de armas hipersónicas. Pero los soviéticos la perfeccionaron, camino que después siguió Rusia [15]. Los portadores hipersónicos son hoy el arma decisiva, capaz de golpear con cargas nucleares cualquier objetivo en cualquier lugar del planeta. Esos medios atraviesan la atmósfera, ganan velocidad durante su trayectoria en el espacio para descender después sobre el blanco al reingresar en la atmósfera terrestre a velocidades que hacen imposible todo intento de interceptarlos.
De hecho, el oneroso «escudo antimisiles» de la OTAN ya es obsoleto [16]. Rusia dispone actualmente de superioridad ante un eventual conflicto nuclear [17].
Moscú parece haber proporcionado una versión intermedia de ese armamento a la República Popular China y posiblemente a la República Popular Democrática de Corea. En Washington, el almirante Christopher Grady, jefe adjunto del Estado Mayor Conjunto, reconoció la ventaja tecnológica de Rusia y anunció que Estados Unidos está empeñado en salir de su retraso. El hecho es que, aunque el anterior presidente –Donald Trump– reactivó la investigación militar, el Pentágono necesitará muchos años para recuperar el tiempo perdido en ese sector.
La agresión exterior de Occidente contra Siria proporcionó a Rusia la posibilidad de poner a prueba una gran cantidad de armas nuevas y varias han resultado ser muy superiores al armamento occidental. Simultáneamente, el fracaso del faraónico programa del avión de combate estadounidense F-35, cuya incapacidad para satisfacer las expectativas creadas ya ha quedado ampliamente demostrada, confirma que la investigación militar estadounidense se ha quedado atrás. Sin embargo, el F-35, categorizado como un «caza polivalente furtivo», está siendo ampliamente vendido a los países miembros de la OTAN… mientras que la fuerza aérea de Estados Unidos (US Air Force) ha decidido apostar por la “reedición” del viejo F-16.
Por su parte, China ha desarrollado una técnica eficaz para destruir satélites, técnica que parece haber compartido con Rusia. La destrucción de un viejo satélite soviético, el 15 de noviembre de 2021, no lejos de la estación orbital internacional, suscitó gran conmoción en el seno de la OTAN. En este momento, China y Rusia pueden dejar a los ejércitos de la OTAN sordos y ciegos en sólo horas.
Fuente: Red Voltaire
El 17 de diciembre de 2021, Moscú hizo público un borrador del Tratado Bilateral que propone a Washington, documento que contiene una serie de garantías fundamentales para la paz [1]. También publicó un borrador del acuerdo que permitiría poner en aplicación el documento anterior [2]. Estos documentos no están dirigidos contra Estados Unidos. Sólo apuntan a hacer que Estados Unidos se atenga al contenido de la Carta de la ONU y que respete sus propios compromisos.
El 23 de diciembre, durante la conferencia de prensa anual del presidente ruso Vladimir Putin, una pregunta de la periodista Diana Magnay, de Sky News, suscitó gran conmoción. El presidente Putin le contestó secamente que las observaciones de Moscú sobre el comportamiento de Estados Unidos datan de 1990 y que Washington no sólo las ignoró sino que además ha persistido desde entonces en ir cada vez más lejos en ese comportamiento. Subrayó seguidamente que en este momento, la OTAN está a punto de desplegar su armamento en Ucrania, lo cual sería inaceptable para Rusia [3]. Es muy importante resaltar que ningún dirigente ruso se había expresado así anteriormente. Y también es importante entender que instalar misiles a 4 minutos de Moscú plantea una amenaza tan extrema que puede llevar a la guerra.
El 30 de diciembre, los presidentes Joe Biden y Vladimir Putin sostuvieron una conversación telefónica. La parte estadounidense emitió ciertas proposiciones para resolver la cuestión ucraniana mientas que la parte rusa dirigió nuevamente la discusión hacia las violaciones de la Carta de la ONU cometidas por Estados Unidos y sobre el hecho que ese país viola constantemente su palabra.
Estados Unidos pretende mostrar su buena fe no incorporando Ucrania a la OTAN. Pero esa manera de abordar la situación responde sólo en parte al problema planteado y no permitiría evitar la guerra si no se acompaña de una retirada militar.
Es evidente que estamos entrando en un periodo de enfrentamiento extremo que se prolongará por años y que puede llevar a una guerra mundial.
En este artículo examinaremos ese conflicto, del cual no se habla en Occidente.
1- LA EXTENSIÓN DE LA OTAN HACIA LAS FRONTERAS DE RUSIA
Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos permitió deliberadamente que la Unión Soviética tuviera que cargar con la mayor parte del esfuerzo. En la Segunda Guerra Mundial murieron entre 22 y 27 millones de soviéticos (un 13 o 16% de la población de la URSS) frente a 418 000 muertos estadounidenses (0,32% de la población de Estados Unidos).
Al término de aquella carnicería, Estados Unidos creó una alianza militar en Europa occidental. La URSS respondió con la creación del Pacto de Varsovia.
Rápidamente, la OTAN resultó ser más bien una federación que viola el principio de soberanía de los Estados enunciado en el artículo 2 de la Carta de la ONU [4], algo que varios países del Tercer Mundo denunciaron públicamente en 1955 en la Conferencia de Bandung [5]. En definitiva, la URSS acabó violando también la Carta de la ONU con la adopción de la doctrina Brezhnev, en 1968, y su imposición a los miembros del Pacto de Varsovia. Con la disolución de la URSS, algunos Estados ex soviéticos crearon una nueva alianza militar –el Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC, siglas correspondientes a Organización del Tratado de Seguridad Colectiva)– y decidieron abordarla como una confederación que se atiene al respeto de la Carta de la ONU.
Llegados a este punto es importante aclarar la diferencia entre una “federación” y una “confederación”. Por ejemplo, durante la Guerra de Secesión en Estados Unidos, los nordistas formaron una “federación” ya que la autoridad del gobierno central, en Washington, se imponía a todos los Estados. Los Estados del sur, al contrario, formaron una confederación ya que cada Estado seguía siendo soberano.
En 1989, a raíz de la caída del muro de Berlín, los alemanes quisieron reunificar su nación en un solo país. Pero eso significaba extender la OTAN al territorio de la República Democrática Alemana (RDA). Inicialmente, los sovieticos se opusieron. Se planteó entonces una reunificación alemana que mantendría el territorio de la RDA como un espacio neutro. Pero Mijail Gorbatchov acabó aceptando la extensión de la OTAN mediante la reunificación alemana, con la condición de que la OTAN no tratara de extenderse hacia el este.
El canciller de la RFA, Helmut Kohl; su ministro de Exteriores, Hans-Dietrich Genscher; y el entonces presidente de Francia, Francois Mitterrand, apoyaron la posición de Moscú: la OTAN debía comprometerse a no seguir extendiéndose hacia el este.
Del otro lado del Atlántico, el presidente George Bush padre y su secretario de Estado, James Baker, emitieron numerosas declaraciones públicas y aceptaron compromisos en ese sentido ante todos sus interlocutores [6].
En cuanto se disolvió la URSS, 3 países neutrales –Austria, Finlandia y Suecia– se convirtieron en miembros de la Unión Europea. La Unión Europea y la OTAN son una sola entidad –la UE es el ala civil y la OTAN es la militar– y las dos tienen su sede en Bruselas. Según el Tratado sobre la Unión Europea, modificado por el Tratado de Lisboa (artículo 42, párrafo 7), la OTAN asume la defensa de la Unión Europea, independientemente de que todos los miembros de la UE sean o no miembros del bloque atlántico. De hecho, aquellos países “neutrales” dejaron de serlo al convertirse en miembros de la Unión Europea.
En 1993, el Consejo Europeo reunido en Copenhague anunció que los países del centro y del este de Europa podrían incorporarse a la Unión Europea. A partir de entonces, los ex miembros del bloque soviético emprendieron el proceso de incorporación a la OTAN, sin más obstáculo que las tradicionales observaciones provenientes de Rusia.
Pero en los años 1990, Rusia era sólo la sombra de sí misma. Sus riquezas fueron sometidas al saqueo de 90 individuos que se dio en llamar los «oligarcas». El nivel de vida de los rusos se derrumbó y su esperanza de vida disminuyó en 20 años. En ese contexto, nadie prestaba atención a lo que decía Moscú.
En 1997, la cumbre de la OTAN reunida en Madrid exhortó los ex miembros del bloque soviético a unirse al Tratado del Atlántico Norte. En 1990, la extensión de la OTAN sobre el territorio de la ex RDA se había pactado con Moscú. Pero cuando la República Checa, Hungría y Polonia se convirtieron en miembros de la OTAN (en 1999), Estados Unidos estaba violando la palabra que había dado a Moscú.
Estados Unidos volvió a romper su promesa en 2004, cuando Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia también se convirtieron en miembros de la OTAN. Estados Unidos tampoco respetó su palabra en 2009, así que Albania y Croacia también pasaron a ser miembros de la OTAN. Lo mismo sucedió en 2017, con la incorporación de Montenegro, y en 2020, con Macedonia del Norte.
Ahora resulta que Ucrania y Georgia también podrían convertirse próximamente en miembros de la OTAN mientras que Suecia y Finlandia podrían renunciar a la “neutralidad” –que ya es sólo teórica– para integrarse abiertamente a las filas de la alianza atlántica.
Lo que era inaceptable en 1990 sigue siendo inaceptable hoy en día. Es inconcebible que la OTAN emplace misiles a sólo minutos de vuelo de Moscú. Es la misma situación que ya se vio en 1962. Estados Unidos desplegó misiles a las puertas de la URSS, en Turquía. Los soviéticos respondieron instalando misiles en Cuba, a 90 millas de las costas de Estados Unidos. La administración Kennedy descubrió in extremis la situacion de amenaza que el Pentágono había creado para Estados Unidos. El jefe del Estado Mayor conjunto estadounidense, el general Lyman Lemnitzer, era virulentamente antisoviético y quería desatar una guerra nuclear. Felizmente, el general Mark Milley, quien ocupa actualmente ese cargo, es más inteligente y mantiene relaciones respetuosas con los militares rusos.
LAS VIOLACIONES DE LA CARTA DE LA ONU
Cincuenta Estados participaron en la negociación que dio lugar a la Carta de la ONU, durante la Conferencia de San Francisco –en 1945–, incluso antes de que las tropas soviéticas tomaran Berlín, precipitando así la capitulación del Reich nazi. La Carta de la ONU se adoptó por unanimidad. Desde entonces, otros 147 Estados decidieron firmarla, lo cual hace actualmente un total de 197 Estados.
El borrador de Tratado Bilateral Rusia-Estados Unidos que Moscú propuso a Washington el 17 de diciembre de 2021 para garantizar la paz estipula en su artículo 2 que:
Por las razones ya hemos explicado más arriba, eso implicaría la transformación de la OTAN o su disolución.
El borrador propuesto por Rusia también establece, en su artículo 4, que los Estados que fueron miembros de la Unión Soviética no pueden ser miembros de la OTAN. Eso implica que Estonia, Letonia y Lituania tienen que salir de la OTAN y que Ucrania y Georgia no pueden incorporarse a ese bloque militar.
La propuesta rusa establece en su artículo 7 la prohibición de desplegar armas nucleares fuera de las fronteras nacionales. Eso implica la retirada inmediata del armamento atómico ilegalmente almacenado en países como Italia y Alemania, en violación del Tratado de No Proliferación nuclear firmado en 1968.
Además, respetar la Carta de la ONU implica regresar al funcionamiento original de las Naciones Unidas y abandonar las prácticas ilegales que la ONU ha estado implementando desde la disolución de la Unión Soviética.
Poco a poco la ONU no sólo dejó de cumplir los objetivos estipulados en sus estatutos sino que se convirtió incluso en agente al servicio de la aplicación de las decisiones estadounidenses. Por ejemplo, los “Cascos Azules” que alguna vez fueron «fuerzas de interposición» se transformaron, desde la disolución de la URSS, en «fuerzas de mantenimiento de la paz». Eso significa que antes los Cascos Azules intervenían cuando los beligerantes lograban concluir un alto al fuego. Con el consentimiento explícito de las partes, los Cascos Azules de la ONU se interponían entonces entre los beligerantes y velaban por el respeto de los compromisos que las partes habían contraído. Ahora, los Cascos Azules ya no se interesan por el consentimiento de las partes, ni siquiera por la existencia de algún acuerdo entre ellas. En la práctica, durante la veintena de años que duró el debilitamiento de Rusia, el Consejo de Seguridad de la ONU se limitó a avalar las decisiones de Estados Unidos. Los Cascos Azules de la ONU se convirtieron en una fuerza más al servicio del Pentágono.
El ejemplo más evidente fue el caso de Libia. Estados Unidos organizó y financió falsos testimonios ante el Consejo de la ONU para los Derechos Humanos, en Ginebra. Según esos testimonios falsos, el líder libio Muammar el Kadhafi bombardeaba a su propio pueblo [7]. Aquellos “testimonios” fueron transmitidos al Consejo de Seguridad y fue así como Estados Unidos obtuvo la aprobación de la resolución del Consejo que autorizaba la intervención de la OTAN para «proteger a la población» libia frente al «dictador». Seguidamente, la OTAN impidió que los jefes de Estados africanos viajaran a Libia para verificar lo que estaba sucediendo –de hecho, la alianza atlántica amenazó con matarlos a todos. Y luego bombardeó Libia, matando a unas 120 000 personas, miembros de la población que supuestamente iba a «proteger». La OTAN acabó dividiendo Libia en 3 territorios e instalando terroristas en el poder en Trípoli [8].
En el caso de Siria, la manipulación de la ONU fue aún más lejos. Después de haber encargado a la Liga Árabe la realización de una investigación para verificar si realmente había en Siria una “guerra civil”, la ONU nunca cuestionó la interrupción –sin explicación alguna– de aquella misión. ¿Por qué? Porque los expertos de los 21 países árabes que participaban en la investigación señalaron en su informe preliminar que las informaciones estadounidenses eran falsas [9].
Posteriormente, Estados Unidos impuso como segundo del secretario general de la ONU Ban ki-Moon, al segundo de la secretaria de Estado Hillary Clinton, el embajador Jeffrey Feltman, quien coordinó –desde la sede de la ONU– todos los aspectos (económico, político y militar) de las operaciones de los miembros de la OTAN en la guerra contra Siria [10]. Años después, a pesar de que Jeffrey Feltman ya no ostenta cargos en la ONU y se dedica a cometer nuevas fechorías en otras latitudes, las agencias de la ONU siguen aplicando las directivas por él redactadas para rendir por hambre al pueblo sirio [11].
Lo anterior nos obliga a abordar la cuestión de las agencias de la ONU. Muchas de ellas sirven hoy de pantalla a las fechorías de Estados Unidos. Por ejemplo, en medio de la pandemia de Covid-19 todos han podido observar que las cotizaciones de los Estados miembros representan menos del 20% del presupuesto de la OMS (la Organización Mundial de la Salud), mientras que las donaciones de la fundación de Bill y Melinda Gates constituyen el 10%. Es un hecho que ciertas acciones de la OMS están fuertemente influenciadas por intereses privados.
¿Otro ejemplo? El representante permanente de Rusia en el Consejo de Seguridad, Vitali Churkin, reveló en 2012 que el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) había transportado por barco, desde Libia hacia Turquía, cientos de yihadistas armados para crear el llamado «Ejército Sirio Libre».
Pero eso no es todo. Durante la etapa de debilitamiento de Rusia, el Consejo de Seguridad de la ONU votó numerosas sanciones contra Estados. Muchos funcionarios de la ONU ya han comprobado en el terreno que tales sanciones causan hambrunas y provocan innumerables muertes entre la población civil. Pero las sanciones votadas por el Consejo de Seguridad sólo pueden anularse mediante una nueva votación… que Estados Unidos impide. Las llamadas «sanciones» no son sentencias pronunciadas después de un juicio sino armas utilizadas contra pueblos… en nombre de la ONU.
Ahora, como Washington ya no logra imponer la adopción de “sanciones” desde el Consejo de Seguridad, lo que hace es decretarlas unilateralmente y obligar la Unión Europea –su vasallo– a aplicarlas. En otras palabras, los países miembros de la Unión Europea asesinan civiles en numerosos países, ahora en nombre de la «democracia».
3- LA ESTRATEGIA RUSO-CHINA
En Occidente se suele anunciar lo que podría o debería ocurrir con la intención de atribuirse la paternidad del acontecimiento. A menudo nada se hace para que sucedan las cosas y Occidente se limita a esperar, felicitándose por adelantado. Eso es lo que se llama un “efecto de anuncio”.
Por el contrario, en Rusia y en China –donde se habla menos– sólo se anuncia aquello cuya realización ya se considera segura. Generalmente, los anuncios son allí la revelación de lo que ya está hecho.
Cuando el presidente ruso Vladimir Putin anuncia que va a poner a Estados Unidos en su lugar, no está hablando de algo negociable. Rusia sabe que para el presidente estadounidense Joe Biden negarse a retirarse no es una opción. Así que la intención de Rusia es obligarlo a retirarse, quizás lentamente pero seguramente. Como un jugador de ajedrez, Moscú ha calculado de antemano todas las posibles jugadas. Le basta con mostrar su propia fuerza y, posiblemente, con “pinchar” por los costados. Por ejemplo, las fuerzas armadas rusas pudieran realizar una demostración de las posibilidades de sus misiles hipersónicos, para que todos puedan ver que tiene la capacidad necesaria para destruir cualquier objetivo en cualquier lugar del planeta. Incluso podría asestar un golpe a las fuerzas armadas de Estados Unidos en algún territorio que ese país ocupa ilegalmente.
El 15 de diciembre de 2021, Moscú y Pekín mostraron públicamente su alianza militar. Fue sólo 2 días antes de la publicación del borrador del tratado que Rusia propone a Estados Unidos. El presidente ruso Vladimir Putin y el presidente chino Xi Jinping incluso conversaron por videoconferencia en apoyo a la propuesta rusa. China insistió oficialmente en la legitimidad de esa exigencia. Si bien existen divergencias entre Rusia y China –incluso temas conflictivos como el de la Siberia oriental–, también es cierto que Moscú y Pekín están condenados a apoyarse entre sí. Tanto Rusia como China han sufrido los embates de las potencias occidentales en un pasado no muy lejano. Ambos países han comprobado la hipocresía de sus interlocutores occidentales y saben que se necesitan uno al otro para poder resistir.
En los últimos años, Rusia ha concebido y desarrollado nuevos tipos de armamento.
En 2014, Rusia demostró que es capaz de neutralizar las comunicaciones y los sistemas de mando de barcos de guerra, como un destructor estadounidense –el USS Donald Cook– equipado con el sistema de combate Aegis que lo conecta a todos los lanzadores de misiles estadounidenses [12] o incluso de un portaviones como el USS Ronald Reagan [13]. Posteriormente Rusia demostró en el Levante que puede extender el espacio donde neutraliza todas las comunicaciones y sistemas de mando de la OTAN, en un radio de 300 kilómetros [14]. Rusia dispone hoy de una superioridad evidente en los conflictos convencionales.
La OTAN ignoró por mucho tiempo la técnica francesa en materia de armas hipersónicas. Pero los soviéticos la perfeccionaron, camino que después siguió Rusia [15]. Los portadores hipersónicos son hoy el arma decisiva, capaz de golpear con cargas nucleares cualquier objetivo en cualquier lugar del planeta. Esos medios atraviesan la atmósfera, ganan velocidad durante su trayectoria en el espacio para descender después sobre el blanco al reingresar en la atmósfera terrestre a velocidades que hacen imposible todo intento de interceptarlos.
De hecho, el oneroso «escudo antimisiles» de la OTAN ya es obsoleto [16]. Rusia dispone actualmente de superioridad ante un eventual conflicto nuclear [17].
Moscú parece haber proporcionado una versión intermedia de ese armamento a la República Popular China y posiblemente a la República Popular Democrática de Corea. En Washington, el almirante Christopher Grady, jefe adjunto del Estado Mayor Conjunto, reconoció la ventaja tecnológica de Rusia y anunció que Estados Unidos está empeñado en salir de su retraso. El hecho es que, aunque el anterior presidente –Donald Trump– reactivó la investigación militar, el Pentágono necesitará muchos años para recuperar el tiempo perdido en ese sector.
La agresión exterior de Occidente contra Siria proporcionó a Rusia la posibilidad de poner a prueba una gran cantidad de armas nuevas y varias han resultado ser muy superiores al armamento occidental. Simultáneamente, el fracaso del faraónico programa del avión de combate estadounidense F-35, cuya incapacidad para satisfacer las expectativas creadas ya ha quedado ampliamente demostrada, confirma que la investigación militar estadounidense se ha quedado atrás. Sin embargo, el F-35, categorizado como un «caza polivalente furtivo», está siendo ampliamente vendido a los países miembros de la OTAN… mientras que la fuerza aérea de Estados Unidos (US Air Force) ha decidido apostar por la “reedición” del viejo F-16.
Por su parte, China ha desarrollado una técnica eficaz para destruir satélites, técnica que parece haber compartido con Rusia. La destrucción de un viejo satélite soviético, el 15 de noviembre de 2021, no lejos de la estación orbital internacional, suscitó gran conmoción en el seno de la OTAN. En este momento, China y Rusia pueden dejar a los ejércitos de la OTAN sordos y ciegos en sólo horas.
Fuente: Red Voltaire
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