miércoles, 7 de septiembre de 2016

El reto de la vuelta a la vida civil de la 'familia' FARC

Sputnik

Tres meses de preparación continua, un viaje a Cuba para concretar el encuentro, decenas de cartas en ruso, en inglés y en español a todas las instancias posibles. Estos fueron algunos de los retos que tuvo que superar Oleg Yasinsky, periodista ucraniano radicado en Chile para poder vivir, por unos cuantos días, en un campamento de las FARC.


Sputnik habló en exclusiva con el intrépido viajero, quien fue testigo de la realidad que se vive en la selva junto a un equipo de periodistas rusos, que preparan un documental sobre el tema.


"Exactamente, una semana antes del encuentro con los guerrilleros en uno de los rincones de algún remoto lugar de Colombia, recibimos desde La Habana información sobre el lugar, la fecha y la hora donde nos habrían de esperar [los guerrilleros]".



Así, la idea de Oleg y sus colegas rusos, que en este momento preparan un documental sobre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), finalmente cristalizó. Días después, tras varias horas de viaje por la geografía colombiana, "en distintas lanchas, por distintos ríos", los periodistas se encontraron con los guerrilleros. Arribaron tan solo con 35 minutos de retraso, y todo por causa de un pequeño encuentro con la policía del país latinoamericano.


"La policía local no nos dejó partir durante hora y media. Intentaban averiguar a dónde íbamos y para qué. Los policías hablaban de velar por nuestra seguridad y, probablemente, querían algo de dinero". Los guerrilleros estaban vestidos de civil —protegiéndose, seguramente, pero tal vez vislumbrando ya su futura vida como civiles, de hacerse realidad la paz— y recibieron a Oleg y a sus compañeros amistosamente, ayudándolos a cargar sus maletas y brindándoles toda la ayuda posible. En el campamento, los visitantes recibieron una gran atención, hasta el punto que ese exceso de atención provocó en los periodistas una cierta incomodidad ante los guerrilleros.


"Aun así, no había un deseo de demostrar algo diferente. El campamento seguía su vida normal y nosotros éramos los primeros periodistas extranjeros que veían a estos guerrilleros. Seguramente, nosotros éramos igual de exóticos para ellos que ellos para nosotros".


Pero, ¿qué significa "la vida normal del campamento"? Desplazarse a través de las montañas, patrullar los alrededores, estudiar política, preparar comida, reunirse con la población civil e, incluso, ver los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro gracias a la televisión vía satélite, insuflando aliento a los deportistas colombianos desde la distancia.


Y en ese día a día junto a los guerrilleros, Oleg fue testigo de cómo ellos han dedicado su vida a defender los ideales en los que creen, y asegura que son mucho más que una organización militar fuera de la ley.


"Ellos eran, en realidad, una familia, cuyas relaciones estaban regidas por el respeto y el amor mutuo. […] Los medios de comunicación colombianos se acostumbraron a llamar a estas personas narcotraficantes, ladrones, asesinos. Nosotros vimos algo completamente diferente".


Lamentablemente, ante los ojos de Yasinsky se abrió paso una cruel realidad: esas personas que llevan años o décadas en la selva no están preparadas para la vida en las urbes colombianas, cuyas normas son bien diferentes a las de la selva.


"Es probable que su adaptación se convierta en la razón de cientos de tragedias y frustraciones personales. Sin hablar de la amenaza de una masacre de guerrilleros por parte de los paramilitares (…) como ha ocurrido en la historia de Colombia".


Esos son los contrastes con los que se encontró Yasinsky al enfrentarse a una realidad que siempre había visto a través de los ojos de la prensa, de internet o de terceras personas. Sin embargo, el periodista no idealiza a esta guerrilla.


"Creo que la cúpula político-militar de las FARC en las últimas décadas ha cometido errores gravísimos en cuanto a sus métodos de guerra, y el proyecto político actual de esta organización es, en mi opinión, es bastante dogmático y se adapta muy poco a este complejo momento histórico, su mirada hacia el mundo sigue siendo la de los 60".


En su viaje, el periodista se encontró con muchas mujeres —que conforman el 40% de las FARC— así como con algunos menores de edad. Según Yasinsky, para estos dos grupos, las FARC son una alternativa a la explotación sexual, a la prostitución, a la falta de educación, al hambre, etc.


Además, a diferencia de lo que publican los medios de comunicación, "los adolescentes se unen a los guerrilleros de manera totalmente voluntaria. Su motivación inicial, por supuesto, no es ideológica; a ellos les interesa la posibilidad de recibir educación […] y comida tres veces al día".


En ese sentido, explica que las FARC tienen una excelente relación y cooperan activamente con la población civil, especialmente en zonas del país donde la presencia del Gobierno es mínima o nula. Los guerrilleros construyen infraestructuras para los campesinos y los médicos de las FARC prestan consultas médicas gratuitas a quien lo necesite. A cambio, los habitantes de esas regiones ayudan a los guerrilleros con comida o información.


Pero Yasinsky llegó al campamento en un periodo de transición: los menores de edad están cambiando sus uniformes por ropa de civil y serán entregados a la Cruz Roja y a la ONU en los próximos días, en el marco de los acuerdos de La Habana. Mientras tanto, los demás se preparan para un futuro que por ahora parece incierto, especialmente después de más de 50 años de guerra civil.


Cada guerrillero tiene su idea de cómo podría ser el porvenir una vez que las FARC dejen las armas, aunque muchos temen que se repitan las trágicas historias de la Unión Patriótica y el M-19, guerrillas que firmaron acuerdos de paz con el Gobierno hace un par de décadas para luego ser masacradas por la ultraderecha. La firma de la paz entre el Gobierno y las FARC no es un sinónimo y ni siquiera una garantía de que el conflicto armado en el país llegue a su fin, pero es, al menos, una gran esperanza, asegura Yasinsky. Esa esperanza se traduce en que muchos de los guerrilleros quieren estudiar y ser útiles para su pueblo, mientras continúan con la lucha por sus ideales, pero esta vez sin armas. Ellos son conscientes, afirma el periodista, de que no se trata de una desmovilización o una derrota de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. "Es la continuación de la lucha, pero con otros métodos", expresó.


No obstante, los guerrilleros aseguran estar listos para retomar las armas si el Gobierno no cumple con sus promesas. Las FARC son la guerrilla más grande de Colombia, pero no la única. El Estado continúa combatiendo contra el Ejército de Liberación Nacional (ELN) —aunque esta guerrilla ha instado al Gobierno a descongelar el diálogo entre las partes— y con el Ejército Popular de Liberación (EPL), cuyas operaciones se limitan a la región del Catatumbo, en el norte de Santander (Colombia).


Teniendo en cuenta la falta real de garantías de seguridad, existe una posibilidad, en opinión de Yasinsky, que una parte de los combatientes de las FARC se nieguen a dejar las armas y se unan a las filas del ELN.


Al mismo tiempo, en Colombia quedan decenas de bandas criminales, que seguramente, asevera el periodista, intentarán tomar el control de las zonas sin dueño, abandonadas por los guerrilleros.


"Difícilmente el Gobierno podrá garantizar pronto una presencia efectiva en casi la mitad del país, en zonas donde nunca había estado", prosigue. Por otro lado, el periodista se muestra preocupado respecto al proceso de paz entre las FARC y el Gobierno.


Por otro lado, el periodista se muestra preocupado respecto al proceso de paz entre las FARC y el Gobierno.


"El propio origen del proceso de paz hay que buscarlo no en el pacifismo o el humanismo del Gobierno colombiano, sino en las exigencias de Washington de sacar la guerrilla de las montañas y las selvas llenas de importantes recursos naturales, minerales y de agua, para permitir la llegada de multinacionales".


Por otro lado, recalca Yasinsky, la guerrilla últimamente recibió durísimos golpes militares del Ejército colombiano, que obtuvo "un apoyo prácticamente ilimitado por parte de EEUU en materia militar y financiera". Pensando en el futuro, hablando y retratando a los guerrilleros, llegó rápidamente a su final la aventura de Yasinsky y sus acompañantes, quienes no olvidarán la generosidad, la hospitalidad, la alegría de estos colombianos sencillos y humildes que han conocido en su propia piel los horrores de la guerra.


"En nuestra última noche, antes de despedirnos, los hospitalarios anfitriones organizaron una fiesta, invitando a los habitantes de los pueblos cercanos y convirtiendo el corral para el ganado en una discoteca", rememora.


Dos días después de su partida, solo a unos 150 kilómetros del campamento guerrillero, Yasinsky fue testigo de cómo las FARC y las autoridades colombianas anunciaron desde la capital cubana la llegada a un acuerdo completo y definitivo de paz.


"Parece que nadie en ninguna ciudad de Colombia salió a las plazas para celebrar la noticia", atestigua Oleg. Tal vez llegue el día en que el pueblo colombiano y los guerrilleros de las FARC no tengan que celebrar de manera separada, sino que puedan festejar juntos, dejando atrás cinco décadas de guerras y de odios. Lo harán cuando alcancen la paz no solo en un papel, sino en la realidad.


Oleg Yasinsky compartiendo con los guerrilleros de las FARC. © Foto: Oleg Yasinsky



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