Desde el inicio del segundo semestre académico, los edificios de la Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá, se encuentran cada vez más averiados. Han pasado más de tres años desde que el edificio de la facultad de Arquitectura y el estadio Alfonso López Pumarejo fueron clausurados y uno del cierre de la facultad de Derecho y Ciencias Políticas, producto de la caída del techo del edificio. Ahora parece ser el turno de otras edificaciones, como el caso de Bellas Artes, Cine y Televisión, la torre de Enfermería y el mismo estadio.
La administración de la Universidad Nacional presentó recientemente un informe sobre la situación de infraestructura de la ciudad universitaria en Bogotá;, en el que se evidenció que de los 129 edificios de interés cultural de la nación (construcciones realizadas en la década de 1930), 49 edificios se encuentran en estado de fragilidad; 23 en riesgo de vulnerabilidad y 4 en amenaza de ruina, lo que hace indispensable su pronta restauración para prevenir que se derrumben. Las últimas informaciones señalan que las grietas crecen: la de la facultad de Artes mide 5 metros de largo y 7 centímetros de ancho.
¿Qué se esconde detrás de las grietas de la Universidad Nacional?
La Nacional es una de las mejores universidades del país y por su carácter público, debería brindar óptimas garantías académicas y de infraestructura a la comunidad universitaria y a toda la nación.
Según los directivos de la Universidad Nacional, el costo de la restauración de la planta física de la ciudad universitaria se acerca a los dos billones de pesos, cifra preocupante ya que el presupuesto para las 32 universidades públicas en Colombia es de sólo 2,4 billones de pesos al año. Aunque el Plan Nacional de Desarrollo tiene dentro de sus pilares de buen gobierno a la educación, Paz, Equidad y Educación, el dinero destinado para este derecho no parece estar acorde con la realidad.
El problema de la desfinanciación de las universidades públicas parte desde la Ley 30 de 1992. Desde entonces el presupuesto asignado a las universidades no ha aumentado, en contraste, si han aumentado sus gastos de funcionamiento, junto a las pretensiones del aumento de la cobertura por parte del gobierno: Pasaron del 35% en el 2014 al 50% para el 2018 sin fortalecer a las universidades públicas. Sin embargo, se han otorgado becas crédito a estudiantes de bajos recursos a través del programa Ser pilo paga.
El impacto de la contradicción entre financiación y cobertura en la Nacional es creciente. La planta docente no ha aumentado desde el año 1992 y tampoco ha aumentado de forma significativa el número de edificaciones mientras sí aumenta la cantidad de estudiantes cada semestre.
A propósito, en una entrevista para UN Radio, la consultora en educación Irene Rodríguez afirmó que aumentar la cobertura y calidad “implica ampliar las plantas físicas y administrarlas junto con sus distintos programas. Requiere invertir en investigación, internacionalización y divulgación, costos que no se corresponden con el valor de las matrículas. Estos aspectos muestran el déficit que tiene hoy la universidad porque no se puede financiar con el presupuesto la docencia”.
Actualmente la Universidad Nacional tiene más de 100 programas de pregrado y más de 300 de posgrado , pero a su vez debe autofinanciarse por medio de la venta de servicios (extensión e investigación) en más del 48%, lo que lleva a un déficit financiero que aumenta de manera directamente proporcional a las grietas en los edificios.
¿Paz?
Bajo esta realidad no parece fácil determinar cuál será el futuro de la Universidad en un contexto que es caracterizado por el Gobierno como “de paz y educación”, que no se corresponde con el presupuesto asignado a la universidad que se cae a pedazos. La administración invierte cada vez más en la “seguridad del campus ignorando que factores de alto riesgo como el posible desplome un edificio.
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*Aula&Palabra es un colectivo estudiantil, colaborador de Colombia Informa en Bogotá.
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