martes, 1 de noviembre de 2016

La peligrosidad de los pequeños grupúsculos (I)

Saludo entre Hitler y Mussolini- Firma de un pacto en Munich
Alfredo Vldivieso

{image}{/image} En desarrollo de la reacción de Termidor del Año II de la Gran Revolución Burguesa de Francia (que comenzó el 28 de julio de 1794 con la guillotinada de Maximiliano Robespierre), surgió un grupito de extrema derecha, comandado por Louis-Stanilas Fréron, llamado “la juventud dorada”, que anticipó en los finales del siglo XVIII lo que serían las hordas fascistas de entre guerras (1919-1945).


Además de ejecutar, sin fórmula de juicio en solo dos días a 108 jacobinos y de causar el más crudo “terror blanco” en los espacios públicos, sin ser aristócratas, y pretendiendo ser “espartanos”, abogaron por el retorno de los privilegios, en especial de la nobleza, con la devolución de las tierras y propiedades nacionalizadas desde el inicio de la Gran Revolución.


A lo largo del siglo XIX, especialmente en Europa, se vio aparecer diferentes grupúsculos reaccionarios que centraron su violencia más exacerbada contra las nacientes organizaciones de los trabajadores. Y el culmen lo ponen en marcha los fasci di compartimento, grupos paramilitares del naciente partido fascista de Italia que se alza con el poder tras una “marcha sobre Roma”, un pintoresco carnaval apoyado por el gran capital criollo e imperialista, que le permite a su jefe, Benito Mussolini encabezar el poder con la complacencia del pusilánime rey Víctor Manuel.


El fascismo surge de la derrota de Italia en la I Guerra Mundial, y se incuba en el rumiante deseo de revancha, acusando a la clase obrera y al partido socialista como causantes de la derrota del país y la pérdida de algunos territorios, como Fiume. En un comienzo las hordas fascistas de Mussolini, entran en competencia con otro grupúsculo de extrema derecha, comandado por el poeta Gabriele D’Annunzio. Se lanza vengativo contra los trabajadores, que intentaron llevar a cabo la revolución social, siguiendo los pasos de la Gran Revolución Bolchevique, y utiliza toda suerte de métodos violentos y terroríficos en especial contra los dirigentes y activistas proletarios. Las palizas con sus cachiporras, el corte a rape del pelo de las obreras y la purga obligada con aceite de ricino.


Es Alemania, unos años más tarde, y como complemento y brazo armado del partido nazi, aparecen las SA (sección de asalto), comandadas por Ernst Röhm, pequeño grupo paramilitar y de extrema derecha que coincide plenamente con los fasci italianos, en especial en sus métodos y acciones vandálicas y de vindicta contra la clase obrera.


Sus destinos son diferentes, aunque igual de trágicos. Los fascios de combate desaparecen absorbidos por el ejército oficial italiano; y los SA desaparecen tras la purga interna, que llevo al asesinato de sus principales líderes, comenzando por Röhm, en la llamada ‘noche de los cuchillos largos’, entre el 30 de junio y el 2 de julio de 1934.


Después volvemos sobre el tema, para mirar algunos rasgos parecidos de los neofascistas colombianos.






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