jueves, 17 de marzo de 2022

Una larga lucha por la verdad en Urabá

 


Sanna Svensson

El proceso de paz en Colombia es muy frágil y, como hemos escrito recientemente, la violencia contra los defensores de los derechos humanos está aumentando aún más. Siguen siendo los pueblos indígenas, los afrocolombianos y otros pequeños agricultores los más vulnerables a la violencia.



En la década de 1990, el conflicto armado en Colombia fue muy extenso y los abusos contra la población civil fueron terribles. Los pueblos indígenas y afrocolombianos se vieron particularmente afectados. Las víctimas todavía están luchando para obtener reparación y verdad sobre los abusos que se cometieron. Este proceso de paz y reconciliación es crucial para la curación y la construcción de una paz sostenible.

Recientemente, Verdiana García, representante regional de la Iglesia ACT de Suecia en América Latina, participó en un evento de paz y reconciliación en Urabá en el pueblo de Cacarica. En este festival conmemorativo, rendimos homenaje a las víctimas de la masacre sufrida por el pueblo de Cacaria en 1997 en la que más de 70 personas fueron asesinadas. Pero también celebramos que muchos de los 15.000 habitantes que se vieron obligados a huir hayan logrado regresar y quedarse. Han formado la zona humanitaria “Nueva Esperanza de Dios”.

Organización pacífica para regresar y recibir la verdad

El camino de regreso a Cacarica para aquellos que se vieron obligados a huir fue difícil y largo. Muchos de los que se vieron obligados a huir terminaron en un refugio estrecho en la pequeña ciudad portuaria de Turbo. Dos años después de la masacre, formaron la organización de base CAVIDA e iniciaron conversaciones con las autoridades sobre la posibilidad de poder regresar. Act Church de la Comisión Intereclesial Justicia y Paz (CIJP), socio ecuménico de Suecia, comenzó a acompañar a CAVIDA desde el principio. Con el apoyo de organizaciones nacionales e internacionales, los aldeanos comienzan a regresar en 2001. Tres años después, en 2004, formaron la zona humanitaria de Cacarica.

CAVIDA y CIJP continúan la lucha por la justicia y la rendición de cuentas. En 2013, la Corte Interamericana declaró al Estado colombiano culpable del desplazamiento forzado masivo, a través de la cooperación entre las fuerzas armadas del país y el grupo paramilitar AUC.

En las zonas rurales, la paz es más frágil

El proceso de paz en Colombia es muy frágil y, como hemos escrito recientemente, la violencia contra los defensores de los derechos humanos está aumentando aún más. Siguen siendo los pueblos indígenas, los afrocolombianos y otros pequeños agricultores los más vulnerables a la violencia.

Cacarica no es la excepción. En las zonas vecinas, el fuerte control de los grupos paramilitares sigue en marcha. El camino hacia el pueblo comienza en bote desde el Golfo de Urabá en la costa atlántica hasta ríos más pequeños y luego caminando a pie.

Festival Memorial de Cacarica envía mensaje de paz al Congreso

Más de 120 participantes participaron en el Festival Memorial de Cacarica, organizado por CAVIDA y CIJP. Algunos de los participantes internacionales fueron la Comisión de la Verdad en Guatemala, las embajadas de Suecia y Noruega y la Iglesia de Suecia.

El evento es parte de un proceso más amplio que promueve el diálogo entre diferentes actores, incluidas víctimas y perpetradores, sobre la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición en diferentes partes del país. El domingo 13 de marzo habrá elecciones al Congreso en Colombia. En el evento de cacarica, organizaciones de la sociedad civil locales y nacionales conversaron con candidatos al Congreso sobre cómo afecta el conflicto armado a pequeños agricultores, pueblos indígenas y afrocolombianos en diferentes partes del país, así como lo que se necesita para poner fin al conflicto.

El público se sienta de espaldas a la cámara y mira hacia otro lado en una escena.
Los candidatos al congreso hablan con organizaciones locales y nacionales de la sociedad civil durante el festival conmemorativo.

Danilo Rueda, Director del CIJP, trae un fuerte mensaje de paz del evento conmemorativo:

“Cuando se incluye lo excluido y se reconoce lo negado, la transformación se hace posible. Reconocer la verdad sobre nuestro conflicto armado y nuestras obligaciones, tanto para quienes usan las armas como para quienes no lo hicieron, contribuye a la decisión de una democracia de paz y justicia. Junto con las comunidades locales, juntos creamos caminos claros para la paz”.

Algo que Verdiana García de la Iglesia ACT de Suecia ve como central es que las víctimas y los perpetradores han comenzado a hablar a nivel local para llegar a la verdad sobre lo que ha sucedido, y que el diálogo en varios casos ha llevado a la comprensión de que todas las partes son en cierta medida víctimas del conflicto armado. Estas ideas son cruciales para que una verdadera cultura de paz se convierta algún día en una realidad en Colombia.

Fue un fuerte simbolismo que los pueblos indígenas custodiaran el evento conmemorativo para contribuir a una mayor protección y seguridad. Veintitrés representantes indígenas en áreas cercanas, organizados en la Guardia Indígena, asistieron para asegurar el evento. Una de esas personas es Listenia Membache, abajo en el letrero “Verdad”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario