Bogotá.- Colombia entra en recta decisiva hacia el balotaje entre Gustavo Petro del Pacto Histórico, y Rodolfo Hernández, de la Liga de Gobernantes Anticorrupción.
Esta semana también se puso en dudas el secuestro y desaparición de su hija en 2004, por parte del Ejército de Liberación Nacional (ELN) tras un desmentido de esa fuerza guerrillera.
«Después de hacer las indagaciones respectivas le informamos al país que nunca tuvimos retenida a Juliana Hernández Olivero, hija adoptiva de Rodolfo Hernández», aseguró el ELN en un comunicado.
Ver comunicado del Ejército de Liberación Nacional (ELN)
A ello se suma que la cédula de Laura Juliana Hernández Oliveros sigue activa e incluso está registrada en un puesto de votación, tiene propiedades a su nombre y en los registros oficiales de Medicina Legal no hay datos que demuestren si está desaparecida o muerta, señalaron el abogado Elmer José Montaña, y la revista Cambio.
Registraduría Nacional del Estado Civil en el que consta que la cédula de Juliana Hernández Oliveros sigue activa.
Por otro lado, la Revista Semana sacó a la luz varios videos, replicados por otros medios de prensa locales, sobre reuniones del Pacto Histórico, lo cual fue denunciado como un acto ilegal.
La filtración de conversaciones privadas en las que se habla sobre estrategias y se analizan posibles escenarios en la contienda electoral están poniendo en riesgo la seguridad de la campaña, así como la integridad del candidato presidencial Gustavo Petro y de su equipo, argumentó el jefe de campaña de esa fuerza política, Alfonso Prada, al radicar una denuncia ante la Fiscalía General.
En este escenario, los estudios de opinión sobre intención de votos indican que ambos candidatos mantienen un empate técnico con miras a la segunda vuelta electoral.
De acuerdo con el analista y académico, Jairo Estrada, la experiencia enseña que una de las funciones principales de los balotajes consiste, más allá de la construcción de un presunto mayor y mejor «consenso democrático», en el ablandamiento sistémico de los programas de gobierno.
«En una especie de disciplinamiento para que estos no sean percibidos por la ‘opinión’ (en realidad por el poder constituido) como una amenaza desestabilizadora del orden existente”, detalló.
La experiencia también enseña –añadió- que los procesos electorales, la dimensión política y las discusiones sobre contenidos programáticos han sido desplazados por la escenificación del espectáculo, la exploración primaria de los deseos y pasiones, la producción comunicacional de estados de «sicología social».
Estrada señala que, en ese escenario, de acuerdo con la praxis en el mundo «no hay cabida para el debate ilustrado y racional, pues precisamente de lo que se trata es de la utilización extrema del predominio de la ausencia de «cultura política», condición sobre la cual se ha erigido la hegemonía ⎼hoy fisurada en todo caso y con tendencia a la crisis⎼ de las clases dominantes.»
«La segunda vuelta presidencial en Colombia no será en ese sentido una excepción», enfatiza en un artículo divulgado en la Revista Izquierda.
Fuente: Prensa Latina
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